20 sept 2019

Espartero y O'Donnell. El Bienio Progresista. Revoluciones españolas de 1854 y 1856

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14 julio 1856, "Cañoneo sobre la Puerta de Alcalá", óleo Ferrer-Dalmau


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Tras la fuente y plaza de la Cibeles, la Puerta de Alcalá es el monumento y el lugar de encuentro más emblemático de Madrid. Los visitantes observadores se preguntan por qué la Puerta de Alcalá tiene melladuras en su granito en la fachada este, la más próxima a El Retiro. Su explicación cierra un periodo de España denominado con falsedad, o digamos con mucha bondad, Bienio Progresista.
El 14 de julio de 1856, O'Donnell ordenó cañonear desde los altos de la calle Alcalá a las milicias que apoyando a los congresistas estaban apostadas en la zona de Prado-Cibeles, en las amplias cercanías del recién inaugurado Congreso.
En aquellos días no existían edificios entre Retiro-Prado en el trecho Museo del Prado-Cibeles, ni entre el Museo y Retiro. En 1865 Isabel II dispuso edificar allí ilegalmente en su provecho, lo que originó una singular respuesta de Emilio Castelar.
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   Las revoluciones de 1854 y 1856 durante el reinado de Isabel II
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El Periodo Moderado
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Revuelta  julio 1854 en la Puerta del Sol
óleo de Eugenio Lucas Velázquez


En 1843, la mayoría de edad de Isabel II no acabó con las justas reclamaciones dinásticas a la Corona española por parte de los carlistas y las consecuentes continuas guerras, pero sí con la especial y bullanguera regencia de María Cristina de Borbón. 
En aquel año 1843 comenzó a gobernar España sin una aparente etapa final ni oposición, un grupo autollamado Partido Moderado. La mala marcha económica y social de la nación y el descontento de los militares que deseaban ascender, empeño muy difícil en unos tiempos que no existían guerras coloniales, provocó en julio de 1854 un creciente descontento en la milicia que se transformó en sublevación en los cuarteles anexos a Madrid, sitos en Vicálvaro: la "Vicalvarada". La revolución estuvo amparada por el grupo de militares del "Partido Progresista" liderado por Leopoldo O'Donnell.
Después de un mes de continuos incidentes, con una
Isabel II

escaramuza bélica incruenta sin vencedor celebrada el 30 de junio en Vicálvaro, de haber prendido las revueltas en otras regiones españolas y de un estallido popular en la Puerta del Sol madrileña, la sublevación acabó obteniendo el visto bueno de Isabel II, pues al fin y al cabo el grito oficial de los revolucionarios era ¡Viva Isabel! Lema que enmascaraba el deseo de derribar el gobierno del civil conde de San Luis, para subir los líderes del Partido Progresista al poder. Años después, en 1868, el grito, el método empleado y la finalidad política de la conocida con el sobrenombre de Revolución La Gloriosa, fueron muy diferentes.

El Manifiesto de Manzanares publicado el 7 de julio de 1854, firmado por O'Donnell pero redactado por un joven Antonio Cánovas del Castillo ayudó al éxito del pronunciamiento de O'Donnell, al consecuente cambio de gobierno y al inicio del Bienio Progresista. El Manifiesto prometía ventajas fiscales, la democratización de los Ayuntamientos y la reimplantación de una Milicia, formada por voluntarios burgueses que velara por el orden, las buenas costumbres y los patrimonios tanto en las ciudades como en el campo.
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El 18 de julio de 1854, Isabel II encargó formar gobierno a las figuras descollantes y protagonistas del pronunciamiento o levantamiento militar: Leopoldo O'Donnell y Baldomero Espartero.
Leopoldo O'Donnell
Primer duque de Tetuán


O'Donnell estaba considerado como puritano, pero cuando logró el poder se mostró como un perfecto reaccionario. O'Donnell estuvo apoyado en la sublevación de 1854 por el general Baldomero Espartero, que había presidido en dos etapas el Consejo de Ministros en el decenio moderado.
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Espartero en 1839 había sellado con el general Rafael Maroto la paz, en realidad una tregua, en la guerra con los carlistas, ya que la guerra continuó durante un año más en el Maestrazgo dirigida por el carlista Ramón Cabrera, para con posterioridad recrudecerse a nivel nacional.
Como Espartero, además titulado Príncipe de Vergara, tenía mejor curriculum que el reincidente golpista O'Donnell, fue nombrado presidente del Consejo de Ministros, y O'Donnell ministro de la Guerra.
El general Espartero pasó a presidir el Consejo de Ministros el 18 de julio de 1854, ocupando el cargo hasta el 14 de julio de 1856, día que tras una nueva revolución, fue reemplazado por O'Donnell, puesto que éste ocupó en cuatro legislaturas. Era indiferente el nombre con el que se designaran los periodos políticos: los militares en el poder y con idénticos reglamentos de vida para el país.
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Bienio Progresista
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Baldomero Espartero, óleo Antonio
María Esquivel. Palacio del Senado


En aquel revolucionario julio de 1854 se inició un bienio falazmente llamado Bienio Progresista, al haber sido registrado con el título de Partido Progresista el grupo político-económico que disponía la evolución de la nación.
Durante el bienio, España continuó rigiéndose por la Constitución de 1845. Tras redactarse una nueva, en 1856 no llegó a promulgarse al finalizar violentamente el periodo político; de aquí que se denominara con el sobrenombre de la Constitución "non nata". 
Durante el bienio "progresista" los sucesos internos más significativos fueron: en 1855 se produjo la primera huelga general en España, que fue iniciada en Barcelona donde la industrialización era más elevada y tenía el poder político alejado; se rechazaron las propuestas de libertad de culto, de enseñanza primaria gratuita y de sufragio universal para los hombres. En junio de 1855 se consideraron ilegales todo tipo de asociaciones obreras, en una época en la que el Manifiesto de Febrero de 1848 de Marx y Engels prendía en la conciencia social europea.
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El primer semestre de 1856 se caracterizó por una prolongada sequía y la consecuente hambruna, sobre todo en Castilla. El ministro de Gobernación, Patricio de la Escosura, informó acerca de la represión militar adoptada contra los que españoles que protestaban. Los congresistas encabezados por Pascual Madoz solicitaron la dimisión del gobierno. Espartero se retiró de la política ese día 14 de julio de 1856, pero no así O'Donnell, que ordenó al
Puerta de Alcalá sobre 1860
Al fondo-derecha se aprecia el paisaje
urbano de Ferrer-Dalmau


capitán Francisco Bermúdez de Castro cañonear desde los altos de la calle Alcalá a las milicias, consiguiendo desactivar la revolución, pero no su principal petición, consistente en alejar del poder al Partido Progresista y sus dirigentes. 
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Con la contrarrevolución de O'Donnell, finalizó el Bienio Progresista, retomándose  la "moderación" con el "Segundo Periodo Moderado"; eso sí, Isabel II encargó que España fuese dirigida por O'Donnell que sustituyó a Espartero. O'Donnell en los años siguientes continuó en el poder, con habituales alternancias, con el también general Ramón María Narváez, figura destacada del Primer Periodo Moderado.
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Segundo Periodo Moderado
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Puerta del Sol, mayo 1848

La tolerancia estatal atribuida a la segunda etapa "moderada" durante el reinado de Isabel II quedó muy malparada por la estúpida guerra sostenida en el Pacífico, por las guerras carlistas y por el desarrollo de la expansión imperialista en Marruecos. 
El "moderado" Narváez ya se había significado con suficiencia por la sangrienta matanza de estudiantes y liberales que ordenó realizar en la Puerta del Sol en mayo de 1848, ya que allí se reclamaba para su aplicación en la nación: las libertades y derechos básicos del hombre y la justicia social a través de una república, intentando finalizar con una época de absolutismo monárquico arraigada en España desde hacía algo más de treinta años, al igual que sucedía en el resto de Europa Continental.
En 1865, a resultas de la victoria de la Unión de Abraham Lincoln en la Guerra de Secesión de Estados Unidos, la esclavitud fue abolida en Occidente excepto en España, donde la Corona y los hermanos Cánovas del Castillo eran destacados terratenientes y esclavistas, por lo que la política exterior  española prosiguió el sendero continuista.
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Durante el Bienio Progresista y el Segundo Periodo Moderado creció en España tanto el entramado socioeconómico de la masonería como el del caciquismo. Los motores de estos desafueros consistieron: en la necesaria y lógica agrupación de
Puerta Alcalá-Cibeles, sobre 1850-1856

personas para obtener el poder en los mal llamados partidos políticos, la gran desigualdad entre las clases sociales y unas leyes y policía al servicio de las clases altas. La gran restricción existente para alcanzar los requisitos precisos para poder votar fomentaba las asociaciones masónicas y su ordenación interna conforme la capacidad de atraer votos. La formación de los grupos masónicos atendía a las características o cualidades comunes de los individuos, de los masones.

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Al igual que a Isabel II, a O'Donnell y Narváez les retiró de la política la Revolución "La Gloriosa", vencedora en la batalla del Puente de Alcolea sobre el ejército gubernamental de los isabelinos.
El general Juan Prim, máxima personalidad de La Gloriosa, intentó dar un giro de ciento ochenta grados a las políticas interior y exterior de España. Para evitar la aplicación de tal avanzado proyecto, la canalla  institucionalizada el 27 de diciembre de 1870 asesinó a Prim, que en esos momentos ejercía como presidente del Consejo de Ministros.

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