14 oct 2007

Juan Prim y la revolución "La Gloriosa". Amadeo I de Saboya

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Juan Prim, óleo de Luis de Madrazo


Cinco Generaciones Perdidas
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Carlos IV, Fernando VII, Isabel II, Alfonso XII y Alfonso XIII son los nombres de los reyes que protagonizaron cinco generaciones perdidas, una época de desastre en España. En ellas se degradó el bienestar del pueblo, la justicia social, las libertades básicas del hombre y el progreso. Durante ese tiempo, políticamente brilló una voz y un quehacer, el de Juan Prim. Brilló tanto que los máximos caciques del Estado le asesinaron.


Carlos IV, Fernando VII, la regente María Cristina de Borbón e Isabel II llevaron una vida impropia de personas normales y mucho menos de la esperada para unos monarcas. Sin embargo, lo más lamentable de aquellos reinados consistió en que en el siglo XIX durante ochenta años, España estuvo conmocionada con continuas e ilógicas guerras internas y exteriores, revoluciones y pronunciamientos militares que asolaron la nación, la economía y la formación y felicidad debida del pueblo.
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La batalla de Wad Rass,    óleo de Mariano Fortuny
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...................Revolución La Gloriosa, Cádiz
durante los primeros momentos 

Prim en África y América
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Durante el reinado de Isabel II surgió en España una figura, la del reusense Juan Prim y Prats (Joan Prim i Prats, primer marqués de Castillejos, primer conde de Reus y primer vizconde del Bruch), que agregó a los éxitos militares logrados en la Primera Guerra Carlista y más tarde en la Guerra de África de 1859-60, la valiente y singular decisión, de reembarcar las tropas sin entrar en combate contra el presidente Benito Juárez, cuando ya estaba en México, con la orden de afianzar al archiduque Maximiliano de Habsburgo en el trono, conforme a la voluntad de Napoleón III y el beneplácito del gobierno español. La excusa para la intervención europea en México fue el impago de los equipos militares que el presidente Juárez había comprado a Francia. El 31 de octubre de 1861, la Casa Borbón española se sumó a la decisión francesa de derrocar a Juárez, disponiendo la actuación de las fuerzas establecidas en el Caribe y de un ejército expedicionario. Prim fue nombrado general al mando de ambos ejércitos.
Prim arribó al puerto mexicano de Veracruz en enero de 1862; analizó la situación y el origen del conflicto, adoptando en consecuencia la medida pertinente: regresar sin luchar, cuando las tropas españolas establecidas en Cuba ya habían intervenido en ayuda de los franceses. Los mexicanos estuvieron privados de la teórica ayuda de Estados Unidos debido a la Guerra de Secesión. Maximiliano con el ejército francés superó la resistencia de los patriotas mexicamos y logró coronarse emperador de México.
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Prim en España
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Prim, desde su puesto de diputado, logrado en 1841 al presentarse en Tarragona por el Partido Progresista,  pugnó contra la política autoritaria de gobernar de Espartero, máxima expresión de  la anacrónica y ciega política oficial, responsable de las guerras carlistas y coloniales, del tráfico de esclavos y de la esclavitud que se llevaba a cabo en el Caribe español.
El general Juan Prim y el ejército español
 en Veracruz
La manera que tenía Prim de ver y sentir la vida y la política no tenía nada en común con la de Isabel II, sus gobiernos y los caciques. 
Las fuertes controversias lograron que Prim no tuviese más remedio que exiliarse en Portugal. Regresó para ponerse al frente de la revolución que destituyó a Isabel II, siendo elegido como jefe del Gobierno provisional hasta que España tuviese un nuevo rey. Sin embargo su política antiesclavista y anti la Casa Borbón provocó que le asesinaran.

Tras el asesinato de Prim, la forma oficial de proceder del Estado español retornó a la existente antes del breve mandato de Prim, y así perduró durante el reinado de Alfonso XII y la posterior regencia de María Cristina, hasta 1898, año del Desastre. 
En aquellos años de la regencia y de Alfonso XII la política siempre estuvo orquestada  por la terna: Cánovas del Castillo y Sagasta, y desde la sombra por Romero Robledo.
. Juan Prim y La
                                               Juan Prim y La Gloriosa

Tras la Batalla de Alcolea. Celebración en la Puerta del Sol
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Amadeo I de Saboya
óleo de Carlos Luis de Ribera

Después de varias décadas de continuos desatinos que trasladaron a España a la pobreza y las guerras internas, determinados militares interpretando con fidelidad el sentimiento nacional se sublevaron contra el régimen monárquico. La revolución de septiembre de 1868, denominada "La Gloriosa", comenzó con un levantamiento  popular en la base naval de Cádiz y la ciudad, puerto de embarque de las tropas con destino a las colonias  de ultramar. Serrano y Prim, los dos "favoritos" de Isabel II pocos años antes, fueron los militares que encabezaron la sublevación.
En Inglaterra, el 11 de septiembre de 1868, los exiliados Prim, Sagasta y Ruiz Zorrilla dispusieron el plan de acción para la revolución y embarcaron en Southampton hacia Gibraltar para contactar en España con el resto de los sublevados.
.El brigadier Juan Bautista Topete firmó el 17 de septiembre  la proclama de la Revolución de 1868, que finalizaba con ¡Viva España con honra". De inmediato se constituyó una Junta Militar en la que figuraban, entre otros, el propio Topete, Francisco Serrano, Rafael Primo de Rivera y Domingo Dulce. La jefatura del gobierno de la nación fue ofrecida a Prim, que regresó del exilio.
La Junta exigió la dimisión de Isabel II para poder constituir un gobierno provisional mientras se convocaba un sufragio a nivel nacional para dirimir el destino de España. El lema de la Junta era: "Por una España con honra".
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Sin embargo, Isabel II no dimitió. Sus tropas leales, organizadas por el general José Gutiérrez de la Concha y dirigidas por Manuel Pavía y Lacy salieron al encuentro de los sublevados, pero fueron derrotadas por el general Francisco Serrano en el Puente de Alcolea, Córdoba, el 28 de septiembre de 1868. Debido a ello, la reina tuvo que exiliarse, marchando a París desde San Sebastián, donde estaba veraneando.
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Amadeo I frente al féretro de Juan Prim.......
óleo de Antonio Gisbert

Este golpe de Estado expresaba el sentir de la mayoría de los españoles. En la Gaceta de Madrid del 30 de septiembre de 1868, día en el que se exilió Isabel II, se publicó esta proclama: "A las Juntas Revolucionarias de todas las capitales. El pueblo de Madrid acaba de dar el grito santo de libertad y abajo los Borbones; y el ejército, sin excepción de un solo hombre, fraterniza en todas partes con él. El júbilo y la confianza son universales (...)".
No obstante, las ilusiones de un futuro de vida mejor para el pueblo fueron poco a poco apagándose, merced al soplo de intereses bastardos del poder y a la intolerancia, incluso criminal, de ese poder dirigida hacia los que deseaban un nuevo proyecto de vida, tanto para España como para sus colonias. Y cuando Prim fue asesinado, los caciques retornaron a la cabeza económica de la nación, con los políticos como escuderos corruptos necesarios para desarrollar sus negocios privilegiados.
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grabado, batalla Puente de Alcolea

Joaquín Costa había publicado, al respecto, un artículo titulado "Oligarquía y caciquismo": "Llegó septiembre de 1868; ocurrió el alzamiento del día 29, tan sonado; surgieron por todas partes Juntas revolucionarias; vibraron los himnos patrióticos; proclamose la soberanía nacional; y en medio del mayor entusiasmo una constitución democrática fue promulgada. Pues lo mismo que si no hubieseis promulgado nada. Se habló de obstáculos tradicionales, y el trono del monarca fue derribado; pero el verdadero obstáculo tradicional, el trono del cacique, quedó incólume, y todo aquel aparato teatral: Manifiesto de Cádiz, Juntas revolucionarias, destronamiento de la reina, constitución democrática, soberanía nacional, no pasó de la categoría de pirotécnica; la graduamos de revolución, y no fue sino un simulacro de revolución".
Los caciques: "señores" de la política y la economía, de los magnicidios y la esclavitud, de los negocios y del sufrimiento del pueblo; con el indigno Romero Robledo como buque insignia. Un sinfín de militares, "los señores de la guerra", giraban en el entorno creado por políticos y caciques, buscando ascensos y honores.
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..                                     .Política de Prim    Amadeo I
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Antonio Cánovas del Castillo

Tras un Gobierno Provisional presidido por Serrano, las Cortes, recién elegidas durante 1969, nombraron regente a Serrano, mientras que Prim pasó a ocupar el cargo de primer ministro. dentro de una monarquía parlamentaria.
Se promulgó una Constitución, la de 1869, conocida como "La Gloriosa"; en ella se detallaba que la soberanía de la nación reposaba en manos de unas Cortes elegidas por sufragio universal. Además se especificaban y separaban los tres poderes: el legislativo residía en las Cortes, el ejecutivo en el futuro rey (la opción republicana era minoritaria) y el judicial en los tribunales, donde aparecía la institución del jurado.

La política que llevó a cabo Prim se basó en dos pilares: buscar un rey que no fuese de la Casa de Borbón, acabando de paso con las guerras carlistas, y finalizar con la anacrónica y vergonzosa situación colonial y esclavista en ultramar, que él conocía muy bien pues durante 1847 y 1848 había ocupado el cargo de Capitán General de Puerto Rico, donde tuvo que con dureza para afirmar los intereses económicos que se dictaban en Madrid..
Prim se puso en contacto con los descendientes de españoles que vivían en el Caribe y con el presidente de los Estados Unidos de América, Ulysses S. Grant, ya que su idea de futuro de unas colonias unidas a España por lazos culturales y económicos no sería factible sin una garantía del poderoso vecino.
Estatua de Prim,  Parque de la Ciudadela..........
en Barcelona   escultor: Lluis Puiggener
Pero esta actitud de Prim, llevada con firmeza y sin pausa, chocó de frente con la nobleza latifundista y con los caciques que tenían intereses en el Caribe y Filipinas y que deseaban el regreso de la Casa de Borbón, personificada en el todavía niño Alfonso, y en la lógica, por las circunstancias habidas, de que éste al llegar a su mayoría de edad legal sería aún más manejable que su madre, Isabel II. Otra opción para ellos era la de coronar al duque de Montpensier.

En la sesión de las Cortes del 16 de noviembre de 1870 se procedió a votar por el régimen político por el cual se debería regir España. Prim presentó la candidatura de Amadeo de Saboya, duque de Aosta e hijo de Víctor Mamuel II y María Adelaida de Habsburgo-Lorena.
De los 334 votos posibles, 311 diputados presentes, Amadeo logró 191. A mucha distancia quedaron en las urnas los que deseaban una República Federal, con 60, y los que propusieron  como rey (aparte la rama carlista) al duque de Montpensier (de la casa de Orleans y cuñado de Isabel II), con 27. Otros significados candidatos derrotados fueron Leopoldo de Hohenzollern (rechazado por Napoleón III y que fue el origen de la guerra franco-prusiana) y Fernando de Coburgo, al igual que cualquier pretendiente borbón o emparentado con ellos.
Y es que el deseo de Prim expresado en la frase,  refiriéndose a cualquier candidato relacionado con la casa de Borbón: ¡jamás, jamás, jamás" obtuvo el éxito pertinente. Amadeo quedó proclamado rey constitucional.
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Sin embargo, el líder de la restauración de la Casa Borbón, Antonio Cánovas del Castillo, no renunciaba a su proyecto político, y a tal efecto pronunció en las Cortes un discurso, el 21 de diciembre de 1870, a los pocos días de ser elegido rey Amadeo de Saboya, en él resaltaban estas palabras: "de todas las maneras de ocupar los reyes el trono la herencia es la mejor, la herencia no interrumpida". Clara oposición a los dictámenes de Prim. Clara política favorable a los caciques y la esclavitud, siempre que se tuviese un rey fácilmente  manejable (1).
Prim en la batalla de Tetuán, 
óleo de Francisco Sanz

Con seguridad, la rama carlista al trono, antiesclavista, no iba a poder ser manipulada por los caciques, y la solución de comenzar con una nueva dinastía originaba las lógicas dudas a los intereses caciquiles. En cualquier caso, con cualquiera de las dos ramas de la Casa Borbón o con Amadeo, estando Prim en el poder, no se hubiera podido continuar con la política colonialista. De ahí los deseos de Cánovas, valedor de los caciques, de retirar a Prim de la política, pues peligraban los latifundios, los negocios en el exterior basados en la esclavitud y los inadecuados y anacrónicos privilegios de aquella clase afincada en la política y los negocios.
Aquellas palabras de Cánovas acerca de la herencia no interrumpida, pronunciadas en el Parlamento a falta de muy pocos días para que asesinaran a Prim y para la llegada de Amadeo, dan lugar a muchas conjeturas, pero lo que sí es seguro es que muy flacos servicios iba rendir Cánovas a Amadeo y a la política de Prim, que con su muerte quedó anulada, perviviendo el colonialismo y la esclavitud, y la sangre y el sudor para el pueblo español. Considero este asesinato como la mayor desgracia que sufrió el pueblo español durante el siglo XIX. 
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Atentado contra Prim en la calle del 
 Turco, hoy Marqués de Cubas, pero 
Prim fue rematado en el hospital

Amadeo I no tuvo la oportunidad de conocer en vida a su valedor. Prim fue asesinado en la calle del Turco, hoy Marqués de Cubas, al salir de una reunión parlamentaria. Murió a las pocas horas de ser herido, el 30 de diciembre de 1870 (2). Amadeo, desde la estación de ferrocarril marchó a la Basílica de Atocha, donde estaba el cadáver de su mentor, luego a las Cortes para jurar la Constitución.
Amadeo I reinó a partir del 3 de enero de 1871, o mejor dicho, intentó reinar. Ya desde el primer momento, según nos explicó Tuñón de Lara: "las casas aristocráticas, los Montijo, Alba, Bailén, Alcañices, Heredia Spínola, Torrecilla, Sesto (...), cerraron sus puertas al nuevo rey".
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Amadeo I luchó por convertir España en una nación moderna y justa. Con el gobierno de Manuel Ruiz Zorrilla (que sólo perduró entre julio y octubre de 1871), del Partido Radical, se propuso terminar con la esclavitud, comenzando por la existente en Puerto rico, supongo que luego se intentaría eliminarla de Cuba. Otro proyecto fue el de la separación de la Iglesia y del Estado, pero los integrantes del partido reaccionario de Práxedes Mateo Sagasta, voz del capitalismo de corte feudal y esclavista, se oponía, al igua
Prim es herido para luego ser rematado

l que se opusieron a cualquier precio con Prim y, como este partido también tenía que gobernar, Sagasta lo hizo entre el 21 de diciembre de 1871 y el 26 de mayo de 1872. Los republicanos, en la oposición muy poco podían hacer y nada hicieron, excepto protestar.
Amadeo I no soportó ser un pelele, tampoco el fallido atentado perpetrado contra él por los caciques, en unos tiempos en los que todavía no habían comenzado los magnicidios llevados a cabo por los anarquistas, ni el recrudecimiento de las guerras carlistas, ni la derrota de las tesis antiesclavistas que tanto había propugnado Prim y luego continuadas por Emilio Castelar, Pi y Margall, Nicolás Salmerón, Estanislao Figueras, Giner de los Ríos y José María Orense, entre otros.
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Toma de Tetuán en 1860 por Prim, óleo de Ferrer-Dalmau

(1) Isabel II había abdicado en favor de su hijo Alfonso el 25 de junio de ese año, 1870, en París. Cánovas tuvo mucho que ver en esta maniobra, pues Isabel nunca sería aceptada, de nuevo. En agosto de 1873, la Casa Real otorgó a Cánovas plenos poderes para que llevara a cabo la Restauración. El 13 de octubre de 1876, Isabel II regresó a la Corte de Madrid como madre del rey.

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Amadeo embarca en La Spezia rumbo España
óleo del madrileño Luis Álvarez Catalá

(2 Investigaciones comenzadas en 2013, basadas en el estudio del cadáver de Prim, señalan que murió estrangulado en el hospital y no debido a las heridas recibidas al ser tiroteado. Se considera al general Serrano como la cabeza de la conspiración del magnicidio. El hecho de que los asesinos no fuesen castigados y la aparición del apunte contable del pagaré que éstos cobraron por su acción, ayuda a modificar la historia. Se espera una declaración oficial dentro del primer semestre de 2013. PD, no se ha realizado, pues el poder continúa silenciando este crimen de Estado, vergüenza de España y del capitalismo esclavista, contantes perniciosas de la España del siglo XIX.

Isabel II