10 dic 2009

Sartre y el comunismo

Lema del blog: "No busquen la verdad en palabras o escritos de los que ejercen el poder o cobran por su función amarill


Jean-Paul Sartre


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Sartre y Simone de Beauvoir


El 7 de mayo de 1954 el ejército francés se rindió a Ho Chi-Minh en Dien Bien Phu. Nueve años habían transcurrido desde que el Gobierno Provisional de Charles de Gaulle determinara que los franceses regresaran, pasada la Guerra Mundial, a lo que ellos llamaban Indochina Francesa (1).
Durante ese intervalo de tiempo, los partidos políticos franceses habían estado de acuerdo acerca de la bondad de la intervención militar y la consecuente colonización de aquel lejano lugar. Todos, excepto el Partido Comunista Francés.
Es lamentable que demasiados de los conocidos como intelectuales fuesen (y hoy en día continúan siendo) afines a los intereses de los partidos. Sin duda, el amor por el dinero o favores a percibir prima sobre la razón.
Esos intelectuales se dividieron en aquellos tiempos en dos grupos: conforme apoyaran o no la intervención imperialista en Indochina que llevaba a cabo el socialista Vincent Auriol, primer presidente de la Cuarta República. Es decir, que fuesen unos simples  "amarillos" o que fueran auténticos pensadores.


Sartre, Simone de Beauvoir y Fidel Castro


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Mi libro, Sastre en
 Problemas del marxismo


Jean-Paul Sartre había fundado la revista mensual "Les Temps Modernes" al finalizar la Segunda Guerra Mundial. En marzo de 1954 publicó en ella un extenso artículo, "Operación Kanapa". Su valor es mayor de lo aparente si tenemos en cuenta que aún faltaban unas semanas para que se consumase el desastre militar francés en Dien Bien Phu.
Sartre, "pasando" de los intelectuales, o filósofos, partidarios de la postura imperialista en Asia, a los que englobaba como filósofos anticomunistas, clasificó a los que se identificaron con la posición política comunista en tres grupos.
El primero de ellos recogía a los filósofos inscritos en el Partido Comunista Francés. Aunque Stalin ya había fallecido, estos escritores seguían siendo continuistas, fieles a la filosofía comunista estalinista que emanaba desde Moscú, y que no había variado y que no querían entender o descubrir que "la libertad depende enteramente de la libertad de los demás".
Sartre estuvo inscrito durante un breve espacio de tiempo en el Partido Comunista. De esta forma, desde dentro, pudo conocer la auténtica cara del estalinismo.
El segundo grupo reunía a los que no siendo miembros del Partido deseaban unirse a él. Sartre los definió como "honrados pero asustados, que desearían ingresar en el Partido pero que una cábala les impide que se adhieran a él".
Sartre, foto Cartier-Bresson

El tercer grupo concentraba a los que debido a la situación existente no pensaban alistarse en el Partido Comunista. Sartre expresaba que él pertenecía a este grupo.
. debido
Llegado a este punto me veo obligado a corregir, a disentir, con levedad a Sartre, que escribió acerca de los errores cometidos por algunos filósofos, o intelectuales:
El filósofo, así como el historiador, debe ser honesto en sus manifestaciones. Su libertad de pensamiento no debe estar condicionada a los intereses de un partido político o de una publicación; tampoco a los gustos de un sector de público potencial comprador de sus escritos. Si está condicionado, en lo que dice o calla, deja de ser un pensador, un filósofo, un historiador y se convierte en un deshonesto. Me referiré a este tipo de escritores con el apelativo: "filósofos". No considero a esas personas dignas del respeto que Sartre les profesaba, de ahí mi disensión (2).
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Sartre deseaba acabar con el modelo de socialismo implantado por Stalin, el estalinismo. El comunismo que deseaba Sartre se acercaba más a lo que hoy entendemos por socialdemocracia, término en aquellos años difuminado y anulado por los que fueron sus valedores políticos, que se hundieron en el fracaso de las democracias, certificado con el crash de 1929 y la consiguiente Gran Depresión. La socialdemocracia se unió a los destinos de la democracia capitalista en unos tiempos en donde ésta se había transformado en un sistema infame renegando de sus principios de justicia social y libertad del hombre, unos conceptos expuestos en la Constitución de 1787 de Estados Unidos, base y plataforma de lanzamiento de las democracias mundiales, creando una filosofía opuesta al  imperialismo que emanaba de los principales mentores de la referida democtacia y que crecía imparablemente desde la segunda mitad del siglo XIX a la par que se mantenía el absolutismo en los menguantes regímenes monárquicos. Una situación que Sartre denunciaba, pero no lo realizó por ser comunista conforme se confundía el comunismo de Stalincon la revolución de Lenin que acabó con el muy antisocial zarismo e implantó un sistema político-social-económico, el leninismo, muy alejado de la cruel dictadura dirigida por Stalin.

Revolución Húngara y tanque soviético


Sartre conocía, al igual que en su día entendíeron Marx y Lenin, que la única solución para erradicar el carácter reaccionario de la Europa del siglo XIX, y en concreto el de la Rusia de 1917, era la revolución, y así en Les Temps Modernes, abril de 1953, escribió: "La sociedad soviética, en peligro de muerte en medio de las democracias burguesas, debía imponerse una disciplina de hierro o desaparecer".
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Pero Sartre sabía que una vez erradicado el régimen reaccionario de los zares, el comunismo precisaba de una evolución para poder continuar con las mejoras económicas y el desarrollo de la justicia social que en los primeros años logró el comunismo en naciones sometidas a un poder retrógrado, es decir, el proceso hacia la libertad de los hombres y la democracia tal como hoy la entendemos. Era necesario desarrollar un pensamiento político-social en Europa alejado del imperialismo soviético o de las democracias antisociales de la época. Y Europa comenzó a dar pasos en ese sentido.
En 1951, el ideario socialdemócrata comenzó a rehacerse con la apertura de la Internacional Socialista (3), con un ideario distinto al de la Internacional Comunista.
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El hundimiento demócrata en la década de los 20, unido al éxito económico y militar del socialismo soviético durante el periodo comprendido entre 1917 y 1945 había logrado la aceptación popular del comunismo.
Les Temps Modernes

 Por otra parte, el regreso al imperialismo de la Francia demócrata de posguerra, logró la descalificación de los socialistas no comunistas franceses agrupados en el Partido Socialista Unificado, SFIO; pues se alinearon con los partidos de derecha en política exterior e incluso social. Entonces, pronto quedaron calificados como partido de centro- o centro-derecha, e imperialista. Por ello, subía el papel del socialismo no involucrado con la democracia, según se entiende este concepto en Occidente (4).
La sociedad francesa, de esta forma, quedó definida con claridad, o era de derechas o progubernamental, imperialista; o era comunista  de la oposición gubernamental: antiimperialista.
Sartre odiaba el imperialismo, y por tanto no era un demócrata según se entendía este concepto en loa años 20 y 30, e incluso dos décadas más tarde. Su pensamiento acerca de definir qué es democracia estaba ligado al del socialismo primigenio. La democracia, en esas décadas era sinónimo de imperialismo, capitalismo antisocial, fracaso económico y fracaso social.
Sartre conocía que la problemática social de su tiempo no tenía nada que ver con la existente en la época en la que vivió Marx, ni de la inmediata posterior. Su marxismo no podía ser ortodoxo. En "Respuesta a Claude Lefort", Sartre explicaba: "La joven generación que ha entrado en la fábrica hacia 1917 no ha conocido jamás el sindicalismo".
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En este ensayo, Sartre muestra su repulsa hacia el comunismo estalinista al referirse a la Kominform u "Oficina de información de los Partidos Comunistas y Obreros", organización interna estaliniana de carácter intelectual y filosófico que sobrevivió tres años a la muerte del dictador. Sartre manifestó: "Cualquiera que sea la dependencia real del Partido Comunista con relación al Kominform, su relación implica, necesariamente, conflictos, oposiciones, concesiones, acomodaciones, compromisos".
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Ejército francés en Madagascar

En "El reformismo y los fetiches", Sartre expresó su admiración por el pensamiento de Marx, dijo: "Para nosotros el marxismo no es sólo una filosofía, es el clima de nuestras ideas, el medio en que se alimentan (...) no pedimos al marxismo sino que viva". Estas mismas palabras las repite Sartre en "Respuesta a Pierre Neville".
En este último ensayo, publicado en 1956, Sartre dio un paso más para comunicarse con la juventud a través del marxismo, escribió: "Conozco jóvenes que han ido al Partido Comunista, o que van a ingresar en él, porque el marxismo es para ellos la verdad en movimiento y a la vez el camino real del conocimiento: os confían su destino de investigadores y de sabios. Están llenos de recursos, de energía, de esperanza".
La conexión entre Sartre y los jóvenes se fraguaba, al mismo tiempo que éstos se alejaban de otros "filósofos" siervos de un imperialismo que les desplazaba a guerras lejanas, con tal de defender los intereses capitalistas. El Mayo Francés se acercaba.
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Cartel comunista francés


(1) Leer "Francia en la encrucijada"
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Fotografía de cabecera: Sartre
Fotografías en orden descendente:
Sartre y Simone de Beauvoir
Un libro de mi propiedad
Línea Maginot
Revolución Húngara. Sartre se alineó con los revolucionarios.
"Les Temps Modernes"
Franceses en Madagascar: El ejército también regresó a esta isla al término de la guerra. Allí permaneció hasta 1960, año de la independencia.
Cartel comunista francés
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