12 jun 2019

Raid de Doolittle. Destino Tokio. Los B-25

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Los 16 B-25 Mitchell en el USS Hornet


Los zeros atacan Pearl Harbor


Durante las primeras luces del domingo 7 de diciembre de 1941 se produjo el ataque japonés a Pearl Harbor. 
La sorpresa de la agresión embargó a los militares y civiles que allí vivían. Casi toda la aviación estadounidense fue destrozada cuando estaba aparcada, así como toda la flota anclada fue hundida o seriamente dañada. El único paliativo al desastre que Estados Unidos tuvo aquel día, considerado como el Día de la Infamia, fue que ningún portaaviones había recalado en el puerto y que todos los acorazados allí anclados estaban próximos a ser relevados, pues habían sido botados entre 1914 y 1919, y la tecnología naval y la calidad del acero había mejorado sensiblemente en cinco lustros.
En las siguientes semanas, el Imperio de Japón extendió sus dominios a la británica Singapur, a la Indochina francesa y a las islas Filipinas, donde las bases estadounidenses tuvieron que ser evacuadas.
Si en aquel diciembre y los siguientes meses, la situación militar en el Pacífico era mala para Estados Unidos, peor aún era la moral de la nación. Para paliar esta situación afectiva, Franklin Delano Roosevelt y el alto mando militar proyectaron una operación de escaso valor estratégico pero de alto significado para elevar el espíritu nacional: bombardear Tokio, enviar B-25 con destino Tokio.

Delano Roosevelt y el Congreso declaran la guerra a Japón.
 8 diciembre 1941

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Proyecto del raid de Doolittle. Destino Tokio
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Bombardero B-25 Mitchell


Transcurrido un tiempo en el que Estados Unidos estuvo condicionada por la iniciativa bélica japonesa en el Pacífico, se consideró por la Administración de Delano Roosevelt la conveniencia, ¿o suponía en una necesidad?, de ofrecer a la nación una esperanza de victoria a corto plazo, un contraataque. 
La solución no consistió en realizar una operación con la finalidad de obtener una victoria bélica, porque no podía realizarse. Se fundamentó en una maniobra bélica, que debidamente potenciada por los medios occidentales de comunicación y pronto por la cinematografía, restituyera en el alma nacional el orgullo de ser americano y, a la vez, demostrar la fragilidad del imperio japonés. Entonces, más con el corazón que con la cabeza, se proyectó llevar a cabo un raid sobre Japón: el raid, o incursión, de Doolittle con destino Tokio. Y a pesar de que el resultado de la operación se alejó del mejor posible, los efectos favorables desbordaron cualquier optimista previsión.
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Preparativos del raid
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Vista del Hornet y algunos B-25
Una vez tomada la decisión de llevar a cabo el raid sobre Japón, se procedió en California a preparar unidades del único modelo de bombardero válido para actuar desde un portaaviones, el B-25 Mitchell. Para tal fin fue aligerado de peso, eliminando incluso su armamento. Dieciséis equipos de cinco aviadores cada uno, se entrenaron para la misión, una vez comprobada la posibilidad de despegar desde un portaaviones.
El teniente coronel James "Jimmy" Doolittle fue elegido como jefe de la escuadrilla. El portaaviones USS Hornet el encargado del transporte. El almirante William Halsey fue designado como comandante de la flota que tendría que acercarse a 900 Km de la costa japonesa, distancia necesaria para que los B-25, una vez descargadas las cuatro pesadas bombas incendiarias que portaba cada uno, tendrían que disponer de combustible suficiente para sobrevolar la estrecha franja soviética al sur de Vladivostov, y la zona China fronteriza con la Unión Soviética ocupada por el ejército japonés. Con ello, los B-25 podrían aterrizar en el interior de China en la dirección de Harbin, donde estaban ubicadas las fuerzas conjuntas de Mao Tse-Tung y el Kuomintang.
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La incursión
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La cubierta del Hornet  y los B-25


El 2 de abril de 1942 partió de California la flotilla de Halsey. Los japoneses no disponían de radar, por lo que el almirante Yamamoto había dispuesto una red de pequeñas embarcaciones de vigilancia. El 18 de abril una patrullera japonesa detectó la flota americana, y aunque fue hundida por un bombadero en picado, se consideró que habría comunicado la presencia de la flota americana.
Surgió el dilema: la flota, al ser descubierta, se evaluó la solución de cambiar de trayectoria y navegar hacia a Pearl Harbor, pues en esos momentos estaba a algo más de 1.100 Km de Japón, lo que suponía que los B-25 no dispondrían del combustible preciso para aterrizar en pistas adecuadas en suelo chino amigo. 
A pesar del problema que se acababa de presentar, Doolittle y sus aviadores tomaron la decisión de seguir con el proyecto y acometer la tarea de volar durante casi cinco horas para alcanzar Japón, para que una vez agotado el combustible, intentar sobrevolar las regiones soviéticas y las de dominio japonés, para saltar en paracaídas en la región montañosa bajo control de China, situada al oeste de la costa del noreste de Corea (controlada por los japoneses) y de la Unión Soviética, y al oeste próximo de las no bien definidas líneas japonesas. Se consideró que el buen resultado de la operación compensaba la pérdida de algunos pilotos y de todos los B-26.
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El ataque y su resultado
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China, Doolittle flanqueado por sus
compañeros supervivientes del raid

El B-25 de Doolittle y ocho aviones más de la escuadrilla descargaron sus bombas sobre Tokio, el resto de los B-25 dejaron caer sus bombas sobre núcleos urbanos localizados en el camino a Tokio, entre ellos la ciudad de Osaka. Los aviadores no tenían referencia de objetivos concretos; su misión era la de soltar las bombas con la menor exposición posible. A resultas del ataque fallecieron unas decenas de civiles y proliferaron los edificios incendiados.
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Un avión cayó al mar del Japón, muriendo dos tripulantes y siendo apresados los otros tres, al igual que lo cincos aviadores de otro bombardero que cayó en la zona de China ocupada por Japón. Tres aviadores fueron ejecutados y otro murió en prisión. Los otros cuatro fueron liberados al final de la guerra.
Trece B-25 se estrellaron en zonas controladas por los chinos. Sus tripulantes pudieron saltar con los paracaídas, para ser recogidos por las autoridades chinas y trasladados a Estados Unidos.
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El final del B-25 de Doolitle

Uno de los aviones cayó en la comarca rusa de Vladivostov, donde sus cinco tripulantes fueron encarcelados por los soviéticos. No parece verosímil la explicación ofrecida referente a que meses después, todos ellos escaparon del cautiverio y sorteando distancias y dificultades enormes lograsen alcanzar Estados Unidos. Desde luego, la solución lógica no contempla esos niveles de gran sacrificio realizado por los aviadores que fueron de dominio público, incrementando con ello el nivel patriótico nacional. Sin embargo, sí es seguro que la decisiva y gratuita ayuda en material bélico que pocos meses más tarde Estados Unidos aportó a los soviéticos para que éstos pudiesen frenar a la Wehrmacht en Stalingrado y Leningrado, tuvo que ser recompensada con los pequeños gestos que Stalin podía ofrecer, y uno de ellos sería la liberación de los cinco tripulantes del B-25 Mitchell.

Mapa de la región afectada por la incursión de Doolittle