19 mar 2010

España y la esclavitud. Cánovas del Castillo, Romero Robledo


Lema del blog: "No busquen la verdad en palabras o escritos de los que ejercen el poder o cobran por su función amarilla"

Buque   negrero
 

Restauración. Alfonso XII en 
mi "La Ilustración Española y
Americana". Palacio Real


El motivo y resultado de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica no sirvió para que reflexionaran los políticos españoles de aquella época. Si la poderosa Inglaterra no había sido capaz de contener las ansias de libertad de los nacidos estadounidenses, cómo España iba a frenar esos mismos deseos existentes en el alma de los descendientes de españoles nacidos en la extensa región comprendida entre el río Grande (también conocido en México como río Bravo) y la región sur de Estados Unidos y el cabo de Hornos.

Además, España en los años iniciales del siglo XIX se desangraba en guerra contra los ingleses y a continuación contra los ejércitos de Napoleón. Era una tarea irracional intentar mantener las colonias existentes en el Centro y Sur de América.

Más tarde, cuando las colonias se limitaban a Filipinas y las islas caribeñas, los españoles se vieron envueltos en insensatos conflictos acerca de la línea sucesoria al trono, enfrentándose los defensores de la legalidad de la sucesión contra el caciquismo centralista que deseaba un rey manejable que compartiese las ideas esclavistas, con negocios basados en una mano de obra esclavizada. Y mejor aún, en lugar de un rey, una reina o regente femenina (1)

                                                España y la esclavitud


Al ser derrotados los ejércitos españoles en el continente americano (1808-1829), los intereses del capitalismo español trocaron los beneficios extraídos de las explotaciones mineras por los agrícolas que ofrecían las islas de Cuba y Puerto Rico, más los obtenidos en el archipiélago filipino; actividades puestas en aplicación desde hacía tiempo, pero que no se habían desarrollado con cierta intensidad.

Como en las islas caribeñas no existía mano de obra de nativos, los gobernantes españoles resolvieron el problema con la importación, de esclavos africanos. Situación que siendo siempre inhumana, se convirtió en los dos últimos tercios del siglo XIX en anacrónica, pues Inglaterra en 1817 y Francia en 1819 habían suprimido la trata de negros, aunque aún no la esclavitud, pero a partir de esas fechas, pronto la erradicarían..

Antonio Cánovas del Castillo

En 1827 los ejércitos británicos habían arrebatado a España la isla africana de Fernando Poo,, utilizándola como base naval desde donde procedían a liberar a los esclavos que transportaban los barcos negreros (Inglaterra había abolido la esclavitud en sus colonias en 1834). A partir de 1839, los esclavos que habían sido rescatados eran trasladados a la recién fundada ciudad de Libreville, en la desembocadura del río Gabón.

Con el resultado de la Guerra Civil estadounidense, año 1865, el ignominioso asunto de la esclavitud quedó finiquitado en Occidente, excepto en las colonias españolas.

El 24 de diciembre de 1872, el líder del Partido Radical, Manuel Ruiz Zorrilla, durante el breve mandato que ejerció de presidente del Consejo de Ministros, durante el reinado de Amadeo I, comprendido entre el 16 noviembre de 1870 al 11 febrero de 1873, logró sacar adelante un proyecto con la finalidad de abolir la esclavitud en Puerto Rico; orden que se pudo hacerse efectiva con Estanislao Figueras, en el primer gobierno de la Primera República (Ruiz Zorrilla se había exiliado, al igual que Amadeo I). El 22 de marzo de 1873 la Asamblea Nacional promulgó la "Ley de abolición de la esclavitud en Puerto Rico". En aquellos días allí existían 30.000 esclavos, que por el capítulo séptimo, de los ocho que constaba la ley, tendrían todos los derechos políticos al cabo de cinco años. Los apartados 2º y 3º trataban de la indemnización que recibirían los "poseedores de esclavos", que quedó fijada en 35 millones de pesetas. Esta ley se hizo efectiva el 25 de marzo.
En Cuba hubo que esperar hasta el 17 de febrero de 1880 para que se aboliera oficialmente la esclavitud, pero continuó el trabajo esclavizado y la ausencia de derechos de los  recientes esclavos "liberados".


   Juan Prim, los hermanos Cánovas del Castillo y Romero Robledo


En 1868, Juan Prim había intentado terminar con el colonialismo, para ello sostuvo conversaciones con el presidente Ulysses Grant, pues consideraba que la futura relación de España con las proyectadas naciones independientes, Cuba y Puerto Rico, pasaban por la aceptación por parte de Estados Unidos de la situación fijada por España. Estados Unidos era el  primer cliente de los productos caribeños y la primera potencia militar de la zona. Los lazos políticos, culturales y comerciales de España en el Caribe quedarían de esta forma garantizados en el futuro.

Al ser asesinado Prim por los detractores de su pensamiento y las disposiciones que había promulgado siendo presidente del Gobierno, la política colonial, sin oposición, retomó cauces anteriores, los impuestos por políticos y caciques, quienes, además, acordaron no aceptar en la cabeza de la nación tanto al incómodo Amadeo de Saboya como a la rama carlista de la Casa de Borbón, por considerarla menos manipulable.
Cánovas del Castillo joven


Antonio Cánovas del Castillo secundado por Práxedes Mateo Sagasta (que en turnos más cortos intercambiaba con aquel la presidencia del Consejo de Ministros, conforme a los deseos de la Corona) dirigió la política española durante el primer cuarto de siglo de la Restauración. La diplomacia exterior se basaba en dos ideas, colonialismo y esclavitud. Esta política que caminaba en sentido opuesto al progreso y las libertades del hombre descarriló con el Desastre, en 1898.
Cánovas, en los discursos pronunciados en el Ateneo de Madrid, institución de la que llegó a ser su presidente, y en el Parlamento definió muy bien cómo tenía que ser España, a su manera.

Para Cánovas, la autoridad (la suya) era la necesaria y primera facultad de la sociedad. El orden su consecuencia benefactora. La libertad no sometida a la autoridad era pura anarquía. La tradición (de las clases pudientes): el pilar de la enseñanza y las señas de identidad. La monarquía (de la rama Borbón que le interesaba): la fuente de la vida y el progreso. El catolicismo: la suprema e incontestable verdad, principio y final de la moral y la ciencia. Pero en su credo cristiano no existía la palabra esclavitud, pues, gracias a su existencia, tanto él como su hermano José se enriquecieron en Cuba.

.....Francisco  Romero Robledo
El gran esclavista

En el Parlamento, el 8 de abril de 1869, declaró: "Entiendo, pues, la monarquía como la base de la libertad, y como la base entre nosotros de todas las conquistas de la civilización moderna".

En el Parlamento, el 21 de diciembre de 1870, expresó: "De todas las maneras de ocupar el trono, la herencia es la mejor, la herencia no interrumpida". Flacos favores iba a realizar en favor de Prim y Amadeo de Saboya, y, con posterioridad, de la República, pues estas palabras las pronunció días antes de ser asesinado Prim y arribar Amadeo a España.
En el Ateneo, el 26 de noviembre de 1870, manifestó: "El catolicismo, aún racionalmente considerado, es hoy, cuan siempre, uno de los más grandes intereses del género humano"

En el Ateneo, el 25 de noviembre de 1871, pronunció: "Forzoso es y será siempre que busque la economía política su complemento en la moral y la religión, si esta nueva ciencia no ha de traer mucho más daño que provecho al mundo".
Cánovas no entendía el lógico deseo de independencia de los pueblos caribeños, o aparentaba no entenderlo. Tampoco por qué se resistían al ejército español. En el Parlamento, el 15 de diciembre de 1886 proclamó: "Ni está la guerra en mis principios, ni lo está en mi carácter, ni en mi modo de ser". Pero Cánovas defendía sus intereses, coincidentes con los de la nobleza latifundista y esclavista, y, en general, la de los caciques.
Antonio Cánovas del Castillo 
y Práxedes Mateo Sagasta

Cánovas con su autoridad indiscutida apagaba cualquier moción contraria a sus creencias e intereses. Cánovas forjó la España que caminó hacia el Desastre y el carácter reaccionario de media España, y por su rechazo, el de la otra media, las dos Españas antagónicas, las enfrentadas poco tiempo después, en 1936.
El engranaje entre Cánovas y Sagasta y los caciques, con su esclavitud y negocios, fue Francisco Romero Robledo, su fácil verbo y creciente gran fortuna le llevó a dirigir el ministerio de Gobernación, siendo, más tarde, ministro de Ultramar, máxima autoridad política colonial. Su presencia en el Caribe, su actuación e intereses monetarios chocaron con la filosofía de los criollos, que deseaban una Cámara autonómica y órganos descentralizadores.

Romero Robledo se enriqueció en Cuba aún más que el hermano de Antonio Cánovas del Castillo, José, al que Alfonso XII le concedió el título de conde del Castillo de Cuba. Previamente, José había sido nombrado director del principal banco de la isla. caribeña.


Cánovas y Romero Robledo encabezaron la "Liga Nacional Alfonsina", organización que aglutinó a varias sociedades promotoras de la existencia de la esclavitud, siendo la más importante de ellas el Centro Hispano-Ultramarino de Madrid, creado para contrarrestar a la Sociedad Abolicionista Española, creada en 1865 y, promocionada por Emilio Castelar, Nicolás Salmerón, Estanislao Figueras y Francisco Giner de los Ríos, entre otros (el Congreso había dado el visto bueno a esta sociedad en septiembre de 1872, bajo el reinado de Amadeo I).

Arsenio Martínez Campos

Romero Robledo había colaborado con eficacia con Cánovas para restaurar en el trono a la Casa Borbón en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II. A tal fin, el pronunciamiento del general Arsenio Martínez Campos en Sagunto marcó el inicio de una nueva época en España.
Romero Robledo, en febrero de 1880, expresó en el Parlamento su sentimiento racista acerca de las personas que él consideraba inferiores, allí mostró su desprecio por los esclavos africanos.

Romero Robledo llegó a ser, también, ministro de Gracia y Justicia. En diciembre de 1895 tuvo que dimitir debido a los claros casos de corrupción declarados en su ministerio.
Azorín definió bien a Romero Robledo: "Romero Robledo ha representado en la política española, digámoslo claro, la intriga, el favoritismo, el atropello de las leyes y de las conveniencias sociales. Romero para favorecer a un amigo no se entretenía en decorar y adobar el favor con aspectos y matices legales". Romero Robledo otorgaba y recibía grandes favores. Romero Robledo simbolizaba la conjunción y máxima expresión del caciquismo y la ceguera consciente de los políticos de aquella época

.........................España y la esclavitud. Rutas de la esclavitud


Esclavos

El 3 de abril de 1501 los Reyes Católicos habían apelado al empleo de negros en las tareas a realizar en el Nuevo Mundo. Así se lo comunicaron a Nicolás de Ovando, gobernador de La Española.
Hernán Cortés y Pedro Alvarado habían utilizado esclavos negros en sus campañas militares. Disponer de ellos estaba sujeto a la concesión de licencias reales.
A mediados del siglo XVII, los portugueses ostentaban, de hecho, el monopolio de la venta a España de esclavos africanos. Negocio que concluyó al llegar Felipe V, de la Casa de Borbón, al trono español. El rey español y su abuelo, Luis XIV de Francia, firmaron en 1702 el "Tratado de Asientos" (de negros). Por él, los franceses venderían a España 48.000 africanos durante el plazo de diez años.

Barco negrero, óleo Joseph William Turner

Por las disposiciones del Tratado de Utrecht de 1713, el monopolio negrero, vigente durante treinta años, recayó en la recién constituida compañía inglesa "South Sea". No obstante, una nueva guerra de España contra Inglaterra terminó con el negocio cuatro años antes de lo acordado.

En 1773, el Estado español concedió al marqués de Erile el derecho a importar con destino Cuba hasta 14.000 negros. Para este fin, y como "almacén", España adquirió a Portugal la isla de Fernando Poo. Al no fructificar el negocio, la firma "Baker and Dawson" se encargó de él a partir de 1780. Más adelante, los caciques esclavistas españoles se impusieron a los tímidos deseos de las Cortes de Cádiz de abolir la esclavitud. Únicos intentos realizados hasta que Prim alcanzó el poder en la nación.
Según "La abolición de la esclavitud en América Latina", de Hebe Clementi, en Hispanoamérica se importaron 75.000 esclavos durante el siglo XVI, llegando a 578.600 en el periodo comprendido entre 1701 y 1810. En Cuba, al comenzar el siglo XIX existían cerca de cien mil esclavos.

Según Teresa Elola-Olaso, entre 1836 y 1840 se introdujeron en Cuba 60.834 esclavos de origen africano, cifra que aumentó a 90.796 entre 1856 y 1860 (2).
Esclavos de ambos sexos en su destino

Según Enrique Prugent en "Los hombres de la Restauración", la regente María Cristina de Borbón, a través del testaferro Antonio Parejo, poseía en Cuba dos grandes plantaciones que albergaban a ochocientos esclavos.

La Casa de Borbón concedió títulos de nobleza a varios traficantes de esclavos; destacando el marquesado de Manzanedo otorgado a Juan Manuel de Manzanedo.
El senador Ruiz Gómez en la sesión de Cortes del 13 de diciembre de 1879 manifestó que residían en Cuba 363.288 esclavos negros, conforme el censo realizado a finales de 1869.
En 1870 arribó a puerto cubano el último barco negrero, el Jibacoa; con él se terminó con el tráfico de esclavos, pero no con la esclavitud real, con el trabajo esclavizado, que quedó suprimido debido a la derrota española en 1898, el año del Desastre. (leer abajo la nota detallada)
Al final, llegó el triunfó de la razón sobre el acero, el látigo y la crueldad institucionalizada. Atrás quedaron los esclavistas, los Cánovas, los Romero Robledo, los caciques, el capitalismo antisocial... en fin, toda una maldita época para la civilización.
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.José Martí

Nota. Desde las fechas del Descubrimiento, existió un sinfín de reglamentaciones, normas, tratados y leyes para regular el trabajo esclavizado de los nativos, y de los esclavos negros y cierta cantidad de bereberes que trabajaron en la minería y, más adelante, en la agricultura de las colonias españolas.
A partir del triunfo en la Guerra de Secesión de Abraham Lincoln, 1865, y la pronta supresión del tráfico de esclavos, se redactaron, en España, leyes o "paripés" (engaños) para mejorar y justificar la imagen de España, pero proseguía en el Caribe el trabajo esclavizado de los negros (que no su venta pública), quienes no poseían derechos y libertades reales. Paripés creados por los políticos creadores del gran engaño político, la "oposición" entre los dos partidos existentes en soledad, el de Cánovas y el de Sagasta; eso sí, con alternancia en el poder.

Es más, en el último tercio del siglo XIX se creó un lobby, un auténtico Partido Negrero Español, nombre así reconocido por el registro escrito de la historia, dirigido por los hermanos Cánovas del Castillo y Romero Robledo. La explotación del hombre por el hombre era incluso mayor que en tiempos anteriores, al vislumbrarse el final de los negocios fáciles.
Los esfuerzos de Prim y de las administraciones de Amadeo I y la Primera República, sólo sirvieron para conseguir la muerte o el fracaso de los opositores al colonialismo y la esclavitud. La abolición de la esclavitud en Puerto Rico, decretada por Ruiz Zorrilla en 1872, y la de Cuba en 1880, con Alfonso XII, eran cuestión de forma, para trasladar a los esclavos oficiales al trabajo esclavizado, continuando con la carencia de libertades y derechos. El Caribe tenía que olvidarse de independencia y de trabajos libres y justamente recompensados, según disponía el Partido Negrero Español.

Por otra parte, bien es conocida la lucha de George Washington, Thomas Jefferson y otros patriotas criollos para conseguir la independencia de Estados Unidos, guerra de 1775-1783. Pues por ser un siglo más tarde, por disponer los españoles los mejores negocios y plantaciones en el Caribe (la Casa Borbón, los Cánovas, Romero Robledo etc.), por poseer los residentes en España el control de las finanzas y la administración; forzosamente, el deseo de independencia de los criollos de origen español tenía que ser aún mayor que el de los estadounidenses en su día, y por ello lucharon estando en manifiesta inferioridad los José Martí, Fermín Valdés. Juan Gualberto Gómez, Carlos Céspedes, Guillermo Moncada y tantos y tantos criollos. Desde el Grito de Yara a la decisiva intervención de Estados Unidos en 1898 transcurrieron treinta años.

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Isabel II de España

(1) La toma de Estella por Arsenio Martínez Campos, en 1878, señaló el final de las guerras carlistas. Las insurrecciones de los tagalos en Filipinas comenzaron en 1841. El Grito de Yara, en 1868, marcó el inicio de la guerra en Cuba.
(2) Al Caribe, la Corona española llevaba dos tipos de esclavos, los "educados" en el cristianismo, que pasaban primero por España, frecuentemente Sevilla, o Portugal; y luego, muchos de ellos se convirtieron en libertos, al ser redimidos de la esclavitud por el trabajo o la bondad del amo. El otro grupo lo constituían los transportados directamente del Centro y Oeste de África y profesaban, en su mayoría, la religión mahometana; esta etnia era conocida como mandinga o mandika. Los pertenecientes al grupo primero eran conducidos con preferencia a Puerto Rico.

Fotografía de cabecera: Barco negrero, procedente del enclave portugués conocido por Little Popo, 1848
-Fotografías en orden descendente:
Mapa con la procedencia y rutas 
de la esclavitud
-Alfonso XII es restaurado. Conforme al dibujo de mi ejemplar de la "Ilustración española y americana".
-Cánovas del Castillo, en la cúspide, sello.
-Cánovas del Castillo, emergente.
-Romero Robledo, solemne figura de época.
-Antonio Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta.
-Arsenio Martínez Campos, militar esencial en la Restauración y las campañas en Cuba.
-Grabado del siglo XVIII.
-Barco negrero, óleo de Joseph M. William Turner.
-Esclavos, en su destino.
-Isabel II, en sus mejores años como reina de España. Sello.
-Mapa de los orígenes y las rutas de la esclavitud en África

Enlace: Sucesos en la  Goleta "La Amistad" 


Esclavitud en el mundo, dos fotos

Mina de oro, Brasil, 1886
 
Esclavos  fugados

3 mar 2010

Émile Zola "Yo acuso", Emilio Castelar "El rasgo". Dreyfus

Alfred Dreyfus, Consejo de Guerraç
abnajo, Emilio Castelar




                                                       Prim. Castelar y "El rasgo

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Ramón María  Narváez


El gaditano Emilio Castelar y Ripoll y el reusense Juan Prim (Joan Prim i Prats) fueron unas figuras políticas que tanto la monarquía como la dictadura del general Francisco Franco no les recordó como se merecían. Incluso hoy en día, con la democracia, sucede lo mismo. Prim por ser un militar golpista y el máximo responsable de la defenestración de Isabel II, por intentar eliminar la arraigada esclavitud y la situación política existente en las colonias y por instaurar la Casa Saboya en el trono (1). Castelar por ser un hombre que sin proceder de la nobleza o las milicias se rebeló, al igual que Prim, contra el caciquismo, la esclavitud en Cuba y Puerto Rico y la cobardía y engaño que regía en la España de aquellos años, inmersa en continuas y estúpidas guerras civiles: guerras dinásticas, guerras conocidas, y mal llamadas, como carlistas (2). Además, Castelar era de pensamiento republicano.
Ambos salieron malparados de la política. Mucho peor Prim, asesinado por políticos que veían peligrar sus intereses bastardos: unos fueron instigadores, otros perpetraron el crimen (1).

                                                          Emilio Castelar

Emilio Castelar había fundado el periódico "La Democracia". En él publicó un artículo, "El rasgo", en la última semana de febrero de 1865, denunciando que los terrenos comprendidos entre la fachada trasera de lo que hoy es el Museo del Prado y la valla del Retiro formaban parte del Patrimonio Nacional y no del Patrimonio Real, pues Isabel II había procedido como si fuese pertenencia suya vendiendo el gran y singular solar para edificar sobre él. Este artículo fue la continuación decisiva del publicado el 21 de febrero, titulado "¿De quién es el Ptrimonio Real?"

Debido al artículo, el gobierno del general Ramón María Narváez destituyó a Castelar de su cátedra de Historia Crítica y Filosófica de España en la Universidad Central de Madrid. Destitución que se extendió al rector, Juan Manuel Montalbán, y a los catedráticos que se habían solidarizado con Castelar.

Isabel II de España


Una manifestación protagonizada por estudiantes y profesores que no estaban de acuerdo con los despidos fue reprimida con especial dureza por el ministro de Gobernación, Luis González Bravo, conforme a las instrucciones exigidas por Narváez, en la noche del 10 de abril de 1865, la conocida como "Noche de San Daniel". La Puerta del Sol madrileña fue testigo de los catorce asesinatos cometidos por las fuerzas del orden. Además, se contabilizaron doscientos heridos graves.

El clamor popular logró que Narváez dimitiese, siendo sustituido por el general Leopoldo O`Donnell (3). De esta forma, el poder creyó haber solucionado la gravísima tropelía cometida.
A consecuencia de su pensamiento y los sucesos acaecidos, Castelar tuvo que huir de España. Pronto regresó, cuando Isabel II fue destronada en 1868.
Castelar llegó a ser el cuarto y último presidente de la Primera República. Un golpe de Estado consumado por el general Manuel Pavía, que desalojó el Parlamento el 3 de enero de 1874, acabó con la efímera República y recondujo a los españoles a la senda del caciquismo y los intereses bastardos en América y Filipinas bajo la dirección de Antonio Cánovas del Castillo, secundado por Práxedes Mateo Sagasta y Francisco Romero Robledo. Los tres fueron los motores de la Restauración de la Casa Borbón y los responsables de la "especial" política realizada en el último cuarto del siglo XIX.

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                                                 Émile Zola y "Yo acuso"

En 1894 un Consejo de Guerra francés condenó a perpetuidad en la prisión existente en la isla del Diablo, en Guayana, al capitán de origen judío Alfred Dreyfus acusado de espiar en favor de Alemania. Las pruebas aportadas sólo fueron circunstanciales, y pronto se comprobó su falsedad.
Indagaciones posteriores descubrieron al espía autor del robo de los documentos, había sido el comandante de Estado Mayor de origen húngaro Ferdinand Walsin Esterhazy. Se le juzgó. Sin embargo, el 11 de enero de 1898 fue absuelto por el pertinente Consejo de Guerra.

Émile Zola, que ya había escrito varios artículos relativos al juicio en el diario "L'Aurore", el 13 de enero de 1898 publicó el fundamental "J'Accuse", "Yo acuso". Consistía en una carta abierta al presidente de la Tercera República, Félix Faure.
Ayudado por Georges Clemenceau, por entonces colaborador en el periódico, Zola vio publicado su artículo en la primera página de una edición especial  que lanzó a la calle 300.000 ejemplares, insólita cantidad en aquellos días.
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Félix Faure muere en el Elíseo
 acompañado por su amante



El artículo constaba de doce párrafos; todos comenzaban con "yo acuso". En él se implicaba en el espionaje y su encubrimiento a altos cargos militares; entre ellos al jefe del Estado Mayor, general Boisdeffre que "habrá cedido a su pasión clerical". Zola explicó. "Espanta la terrible claridad que arroja sobre aquel antro (el Estado Mayor) el asunto Dreyfus, el sacrificio humano de un infeliz, de un puerco judío" .... "¡Ah!, que gran barrido debe hacer el Gobierno republicano en esa cueva jesuítica".

Faure condenó a Zola a doce meses de cárcel y a pagar una multa de 3.000 francos, que se convertían en más de 7.000 al considerarse los gastos. Pero Zola logró huir a Gran Bretaña.
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El 16 de febrero de 1899 Faure murió de manera indigna. Su sucesor en la presidencia de la Tercera República, Émile Loubet, ordenó reabrir el juicio. Sin embargo, la institución militar era tan poderosa como terca, por lo que Dreyfus fue condenado de nuevo; esta vez con atenuantes.
Loubet, el 18 de septiembre de 1899, indultó a Dreyfus. Tanto él como Zola pudieron regresar a Francia. Dreyfus fue rehabilitado y con el grado de teniente coronel combatió en la Gran Guerra.
El caso Dreyfus contribuyó en gran medida a la separación de intereses entre el Estado y la milicia, y fue el punto de partida del proceso que comenzado en 1902, se cerró el 8 de diciembre de 1905 con la "Ley Francesa de Separación de la Iglesia y el Estado".
Francia en ese crucial año 1898 encontró el camino para huir de la corrupción, alejando la política de intereses religiosos y militares y modelando un Estado moderno y liberal.
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Alfred  Dreyfus

España, por el contrario, no se enfrentó con sus fantasmas decimonónicos. Pronto se olvidaron las circunstancias y consecuencias de la publicación de "El rasgo" y el asesinato de Juan Prim. Los aires de libertad, justicia y progreso quedaron enmarcados entre esas dos fechas y fueron barridos a continuación. El debido castigo a tantos desatinos estaba próximo: 1898.
Aquel año 1898 fue el año del Desastre, del desastre nacional español originado y desarrollado por la ineptitud, intereses  ilícitos, cohecho, prevaricación y soberbia de los políticos.
No obstante, tampoco se aprendió con el Desastre, no se reaccionó, se continuó igual, con los caciques y su capitalismo autoritario y antisocial, con una monarquía manejada y con el influyente y fracasado militarismo. España estaba abocada a descarrilar en 1936. Y así sucedió  (4).
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Alfred Dreyfus  y su juicio



Emile Zola, óleo de Edouard Manet



(2) Navarros, vascos, catalanes, castellonenses y otros muchos españoles se sublevaron para defender la legalidad sucesoria en España. Cuatro guerras, las guerras carlistas, sufrió España. Triste repetición de la guerra de Sucesión. En ambas ocasiones la justicia salió malparada. Estas guerras fomentaron con toda lógica el sentimiento separatista en Cataluña y País Vasco. El tema es: en el siglo XIX, las clases medias y altas españolas deseosas de la legalidad dinástica fueron burladas y derrotadas por los intereses del "especial" centralismo existente.

En la actualidad, la parte de sociedad vasca que desea el separatismo, que asesina para ello sin la debida contrapartida oficial, es la que se autocalifica levantando el puño cerrado. Esta minoría no tiene nada que ver con la sociedad vasca de clase media y alta representada en aquel siglo XIX por Santiago Arana, defensor con su patrimonio y esfuerzo de la legalidad dinástica en España que se había burlado; al igual que los combatientes carlistas: por Dios, la patria (España) y el rey, el rey legal.
Carlos VII, óleo de José Cusachs


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El gran desasosiego y desorden que existía en España se reflejó en las "guerras cantonales" durante 1873 y principio de 1874. Pequeñas regiones españolas, incluso ciudades, deseaban no sólo una federación, sino la separación del Estado. Destacaron las sublevaciones de Cartagena, sobre todo, y Málaga, Valencia, Salamanca, Sevilla, Castellón etc. Manuel Pavía pacificó Andalucía y Arsenio Martínez Campos: Levante.
Se llegó a una situación tal que Jumilla declaró la guerra a la ciudad de Murcia.
Debido a la esperpéntica situación política, Nicolás Salmerón, tercer presidente de la Primera República, abandonó el cargo con estas palabras: "Este país no tiene arreglo, que lo gobierne su padre".

(3) Es un insulto a la razón que Narváez sea tachado de moderado por los escritores amarillos, cuando fue el represor brutal de las manifestaciones estudiantiles de 1848 con motivo de la publicación de "El Manifiesto Comunista" y de la "Noche de San Daniel".

Fotografías de cabecera:
-Consejo de guerra a Alfred Dreyfus, en grabado de "Le Petit Journal".
-Emilio Castelar
Fotografías en orden descendente:
-El general y político Ramón María Narváez
-Gobierno Provisional o primer gobierno del Sexenio Revolucionario (1868-74) por la izquierda.: Laureano Figuerola, Manuel Ruiz-Zorrilla, Práxedes Mateo Sagasta, Juan Prim, Francisco Serrano, el almirante Topete, López Ayala, Romero Ortiz y Juan Álvarez Lorenzana.
-Isabel II
-Alfred Dreyfus degradado
-Felix Faure muere en el Elíseo estando acompañado por su amante. 16 febrero 1889
-Alfred Dreyfus
-Émile Zola, en óleo de Édouard Manet
-Carlos VII Borbón, por el retratista de temas militares José Cusachs Cusachs
-Emilio Castelar