2 dic 2018

Las revoluciones de 1848: creación de Alemania e Italia

Lema del blog: "No busquen la verdad en palabras o escritos de los que ejercen el poder o cobran por su función amarilla"

Estallidos populares positivos en 1848 tras la
publicación de "El Manifiesto Cumunista"




Jose Antonio Bru


En 1848 comenzó una nueva era o Edad en Europa, y por tanto en el mundo. El imparable cambio modificó el pensamiento, los valores sociales y la geografía política. En 1848 se inició el proceso independentista de Italia, la unificación de las regiones de Alemania y marcó el punto final del despotismo monárquico. La publicación de El Manifiesto Comunista el 21 de febrero de ese año fue el detonador de la situación política y social. Las revoluciones de las clases media y estudiantil se convirtieron en la espada con la que los absolutismos reaccionarios y a colonialismos existentes en Europa comenzaron a mutar  nacionalismos y democracia. 
En poco más de veinte años, 1848-1870, Europa se transformó. Sin embargo, el avance social permaneció dormido en ese intervalo de tiempo, entonces, su despertar reivindicativo fue muy violento: 1871 y 1917 dan cumplida fe de ello.
Y si los cambios políticos forjaron los cambios sociales, ahora, en 1917, los cambios sociales provocaron cambios políticos, distintos y antagónicos, hasta su confrontación: leve en España-1936 y total en 1939 y 1941. Estados Unidos, que entre 1848-1917-1941 no había sufrido cambios políticos, sociales y de nuevo políticos: recompuso la situación, pues ellos habían creado el nuevo Occidente, el Nuevo Mundo.

Berlín, Alexander Platz, noche 18-19 marzo 1848
Revolución popular. Archivo Getty Images



              
                                    Metternich y Guizot

Karl Marx y Friedrich Engels publicaron su ensayo "El Manifiesto Comunista" el 21 de febrero de 1848. En aquellos tiempos Europa Continental vivía bajo las reaccionarias disposiciones promulgadas en el Congreso de Viena. Debido a ellas, el absolutismo se había instalado con desesperante arraigo en la sociedad, excepción lógica e interesada de las clases participantes del poder.
Es difícil suponer que los autores de El Manifiesto creyesen que las precisas palabras vertidas en su obra iban a tener un fiel reflejo la colectividad europea sólo a los pocos días de su publicación. Exponían: "Un espectro se abate sobre Europa, el espectro del comunismo. Contra este espectro se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes (...)".

Klemens von Metternich
Óleo de Thomas Lawrence


La filosofía vertida en El Manifiesto, antagónica a la pregonada por el sistema político diseñado y aplicado por los dirigentes de aquella sociedad, hizo reaccionar a las juventudes y a  las clases medias de Europa Central y Continental, pero apenas llegó su mensaje a la desunidas y oprimidas clases obrera y campesina, que tardaron una generación en valorar el significado de El Manifiesto. De inmediato, el absolutismo e imperialismo austriaco se vio seriamente acosado, al igual que el totalitarismo francés. El príncipe Klemens von Metternich y el primer ministro francés, François Guizot, temblaron en sus cómodos sillones de liderazgo.
Estas manifestaciones del pueblo, auténticas revoluciones, se extendieron durante las siguientes semanas por diversas capitales europeas en las que sus ciudadanos aún padecían la opresión creada por los regímenes amparados por el oscurantismo del Congreso de Viena.
Klemens von Metternich, príncipe de Metternich-Winneburg, máxima figura del Congreso y principal impulsor del absolutismo imperante en Europa durante un tercio de siglo, se vio obligado a dimitir el 13 de marzo de 1848, acosado por las violentas protestas acontecidas en la capital austriaca. Guizot ya lo había hecho el 23 de febrero.


                                                             Francia

Reacción en París por la publicación de
El Manifiesto Comunista

Sólo ser publicado el Manifiesto Comunista se generalizó en París una revolución cuya finalidad era terminar con el absolutismo reinante encarnado en el rey Luis Felipe de Orleans. La sublevación popular fue iniciada por la clase estudiantil y muy pronto prendió con fuerza entre las clases medias. Y sólo finalizó cuando tras la dimisión del gobierno. Alphonse de Lamartine proclamó la Segunda República, era el 25 de febrero de 1848.
Si las protestas populares en Francia habían derrocado en el transcurso de 1830 a la Casa de Borbón, en esta ocasión lograron el mismo resultado con la Casa de Orleans, y en última instancia con el régimen monárquico, bien fuese parlamentario o no lo fuese.


                                                          Austria e Italia

Italia a finales siglo XVIII
Córcega había sido incorporada a Francia en 1768


.............Giuseppe Garibaldi, 1861

Los sucesos revolucionarios internos de Austria, debilitaron su iniciativa política en el exterior, situación que aprovecharon los venecianos para encauzar el movimiento social de carácter nacionalista e independentista existente en el Véneto, que habían proclamado la República de San Marcos. Tras largos años de combate contra las tropas del emperador, los venecianos alcanzaron la independencia definitiva, iniciando de esta forma la andadura para su integración en la Italia que comenzaba a fraguarse como nación.
Tras las revueltas de febrero y primeros de marzo, el 18 de marzo de 1848 los venecianos se sublevaron contra Austria, potencia colonizadora que había sustituido a España, conforme a los acuerdos del Tratado de Utrech. Las revoluciones populares prendieron en la alta política.
El 23 de marzo de 1848, Carlos Alberto I de la Casa Saboya, rey de Cerdeña, declaró la independencia de Italia. Giuseppe Garibaldi y Giuseppe Mazzini, protagonistas de las recientes revueltas en Italia a raíz de la publicación de El Manifiesto Comunista, lideraron a los nacionalistas. Sin embargo, los austriacos dirigidos por Joseph Radenzky derrotaron a Carlos Alberto, que tuvo que abdicar el 23 de marzo de 1849 en Víctor Manuel II, el hijo mayor de Carlos Alberto.

Giacomo Puccini y Giuseppe
 Verdi, compositores
 en El Resurgimiento

Garibaldi logró para su causa una alianza entre Napoleón III y Víctor Manuel II. 
El 29 de abril de 1859, los austriacos invadieron el Reino de Piamonte, pero los piamonteses en colaboración con sus vecinos franceses y el Reino de Cerdeña, tras varias batallas, vencieron definitivamente en Solferino (Lombardía) el 24 de junio de 1859. El gran número de muertos y heridos en Solferino fue la causa de la creación de la Cruz Roja Internacional.
La paz de Zurich del 11 y 12 de noviembre de 1859 determinó la salida de Austria y que Lombardía pasase a Francia, que de inmediato la transfirió a Piamonte. Austria conservó Trentino y el Alto Adigio (Tirol del Sur).

Garibaldi, partiendo de la región de Génova con mil hombres, desembarcó en Marsala, Sicilia, el 11 de mayo de 1860. Tras tomar Palermo cruzó el estrecho de Mesina, venciendo en Salerno, cercando Napolés. El reino de las Dos Sicilias cayó definitivamente el 20 de marzo de 1861. Garibaldi que se había proclamado dictador de las Dos Sicilias cedió de inmediato la región al recien proclamado rey de Italia.
El 17 de marzo de 1861, Víctor Mnuel II se convirtió en el primer rey de Italia.
En 1866 se reanudó la guerra de los nacionalistas apoyados por Prusia. Al final de ella, Italia quedaba unificada a falta de los Estados Pontificios defendidos por Napoleón III, quien, además, había sido aliado de los italianos en sus batallas contra Austria.
La "joven Italia" inauguró una nueva época "El Resurgimiento". En ella se recuperó la brillantez del Renacimiento, después de tres siglos oscuros. Sin embargo, una vez asentada la nación comenzó con una política extendida en Europa: el imperialismo en su cara colonialista, Libia, Etiopía llamada Abisinia y Albania ofrecieron la cara belicosa de la monarquía italiana.
A Víctor Manuel le sucedió en Italia su primogénito Humberto I. Su tercer hijo, Amadeo, fue coronado rey de España.

                                  El ejército francés entra en Milán, 8 de junio de 1859


                                                          Alemania

Helmuth von Moltke

La convulsión social motivada por la publicación de El Manifiesto Comunista prendió de inmediato en las diversas regiones alemanas. En Berlín, el choque entre el ejército y los revolucionarios causó varios muertos. Estos sucesos aceleraron la formación del espíritu alemán en unas fechas en la que sus habitantes estaban encuadrados en la Confederación Germánica nacida en el Congreso de Viena y regulada, o dependiente, según las regiones, por Austria.

Las revueltas habidas en la Confederación Germánica, cristalizaron en la conocida como "Revolución de Marzo de 1848", en la que se solicitaba un parlamento propio y el establecimiento de unas libertades siempre denegadas por los Habsburgo.
Austria, sin Metternich, tuvo que admitir la creación de un parlamento en Fráncfort del Mein en el que estaban representados los estados alemanes y Austria. Inaugurado el 18 de mayo de 1848, las disensiones hicieron cerrarlo un año después. Los políticos austriacos disentían de la evolución que marcaba el ideal unificador de los pueblos alemanes, aglutinados en torno al reino de Prusia de la dinastía Hollenzollern, región alemana que se había desarrollado tras la Paz de Westfalia e independizado del Sacro Imperio Romano Germánico con Federico I, gracias al acuerdo con Viena por la ayuda prusiana
Batalla de Sadowa, óleo de Georg Bleibfreu


prestada en la Guerra de Sucesión española.


Sin embargo, el proyecto unificador cristalizaría unos años más tarde a consecuencia de la concluyente victoria que obtuvo el Reino de Prusia, dirigido por Helmuth von Moltke, sobre el ejército austro-húngaro en Sadowa (Bohemia), el 3 de julio de 1866. 
El 16 de abril de 1867 se creó la Confederación Alemana del Norte y el primer parlamento alemán, siendo su presidente el rey de Prusia.
El auge alemán originó celos y desconfianza en políticos vecinos que durante los dos siglos anteriores habían marcado los destinos de Europa Occidental continental: Francia. De ahí que sin motivo válido, solo cuatro años después de la existencia de Alemania, Napoleón III decidió declarar la guerra a los pueblos alemanes liderados por Prusia y conducidos por Bismarck y Moltke.
La guerra franco-prusiana y los deseos de revancha de una Francia amparada por Londres fue la causa principal de la Gran Guerra y su continuación en la Segunda Guerra Mundial.

Pío IX bendice a sus tropas que marchan contra Garibaldi,
25 abril 1870


                                                       stados Pontificios

La revolución provocada por la publicación de El Manifiesto Comunista alcanzó a los Estados Vaticanos, no pudiendo contener las continuas revueltas, el Papa tuvo que huir de Roma en noviembre de 1848. Pero un pequeño ejército multinacional con dirección francesa repuso la situación el 12 de abril de 1850. El estado papal quedó consignado a la custodia francesa y al ejército papal.
Los nacionalistas italianos deseaban incorporar a la "joven Italia" el territorio papal, pero la presencia francesa les cohartaba. El Parlamento italiano decretó en 1861 que Roma fuese la capital de Italia. El Papa no estuvo de acuerdo, la guerra estaba servida, pero Napoleón III evitó que se cumpliese el deseo de una Italia partida por el centro-oeste.
Batalla de Palermo, victoria de
Garibaldi en 1860


La guerra francoprusiana debilitó esta defensa francesa, originando la campaña de Garibaldi contra El Vaticano. La terminante victoria prusiana en Sedán del 3 de septiembre de 1870, anuló la ayuda francesa. Garibaldi entró en El Vaticano el 20 de septiembre de 1870.
En 1929, Benito Mussolini reintegró a Pío XI el territorio delimitado por la Ciudad de El Vaticano.


                                                              España

Madrid 1910, enorme
contraste social

En el año 1848, el pueblo español estaba desangrándose en una estúpida y anacrónica guerra carlista, auténtica guerra civil debida a motivos dinásticos. Lo más triste del caso es que las dos personas que aspiraban al trono pertenecían a la misma familia de la Casa Borbón, de origen francés.
Personajes del capitalismo y de los órganos del Estado, todos ellos centralizados en Madrid, deseaban tener como rey (en esta ocasión: una reina, y en primera instancia a una regente juerguista) a un Borbón "manejable". Debido a ello, estos caciques se enfrentaron a la lógica sucesoria defendida por las clases medias e industriales representadas, sobre todo, en Navarra, Provincias Vascongadas, Cataluña, Valencia y Aragón. Sucesos dinásticos similares se habían repetido en Europa en épocas anteriores, pero no durante la Edad Contemporánea.

El pueblo español, limitado a una insuficiente presencia de las clases medias y estudiantil, se sublevó contra el absolutismo asfixiante que impedía el ejercicio de cualquier tipo de libertades del hombre, así como la aplicación de una justicia social, conforme reclamaba El Manifiesto Comunista. 

....Legazpi, centro-sur de Madrid
principios siglo XX. Cerca
 del Palacio y Retiro-Prado


En Madrid, las protestas por la situación social fueron reprimidas con extrema dureza por el gobierno de Ramón María Narváez. La revuelta madrileña del 26 de marzo de 1848, fue frenada sangrientamente.
El 7 de mayo las protestas alcanzaron a otras capitales, por lo que el gobierno: ejecutó a más de una docena de los líderes de las protestas y deportó, como semiesclavos, a mil quinientos hombres a las colonias de Filipinas, Guam, Puerto Rico y Cuba.
Al fracasar en su idealismo antirreaccionario el pueblo español en aquel año 1848, se perdió el tren hacia el progreso y España continuó despeñándose camino de 1898; pero como el régimen no reaccionó ante el Desastre de ese año, y tampoco con los graves siguientes fracasos militares de carácter imperialista en Marruecos, España descarriló en 1936, con suma gravedad.
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