Lema del blog: "No busquen la verdad en palabras o escritos de los que ejercen el poder o cobran por su función amarilla"
"La ronda de noche", óleo de Rembrandt 1642. Militares, milicianos y Saskia, la esposa de Rembrandt |
El poder en Europa. Características y su evolución
España no superó con éxito el paso de la Edad Media a la Moderna. Menos aún el siglo XIX y la presencia del XX
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Auto de Fe, 1683. Plaza Mayor. Madrid óleo de Francisco Rizi |
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A partir de mediados del siglo XVI y, sobre todo, de la segunda mitad del XVII, se fue disipando en Europa Central el poder dual, hasta que al llegar la Edad Contemporánea, todas las monarquías europeas fueron desapareciendo o cediendo su autoridad al Parlamento.
El poder en la Baja Edad Media hasta mediados del XVI
......Guerra Treinta Años, 1622 Los Tercios españoles en Fleurus ilustración |
Hasta el siglo XVI, el pueblo creía y confiaba en el poder dual con sus premios y castigos temporales. Los pueblos llegaron a estar conformes con las Cruzadas, la Inquisición e incluso con los Autos de Fe.
Esos pueblos también acudían a las guerras causadas por pequeños intereses o caprichos de los monarcas, que deseaban más súbditos y contentar a sus parientes militares que buscaban gloria y ascensos. Se convenía que la batalla no afectara a los patrimonios y, desde luego, a la salud de los reyes.
El caso más significativo se ofreció en las relaciones de Carlos I y Francisco I. Hecho éste preso en la batalla de Pavía por el soldado español Juan de Urbieta, fue trasladado a un palacete de Madrid. Aquí firmó unos papeles y regresó a Francia para seguir guerreando contra Carlos I, quien definió muy bien la filosofía de aquellas guerras: "Mi primo Francisco y yo,estamos de acuerdo en una cosa, ambos queremos Milán",
De Mühlberg a la Paz de Westfalia
Pero el poder dual se vino abajo en el siglo XVI, porque el pueblo aborreció tanto la vida física de los papas de entonces, como el impuesto religioso que había que abonar para no ir al infierno, las bulas. Las batallas dejaron de ser caballerescas, y muchos nobles y pueblos tomaron un camino opuesto al monolítico existente. dando comienzo a la crueldad en las guerras.
En 1547, la batalla de Mühlberg marcó el comienzo de la confrontación, y aunque el rey de España y a la vez emperador católico Carlos V venció, no logró disipar el desprecio que nobles y ciudadanos de buena parte de Centroeuropa sentían por el Papado. La mayoría de los europeos no latinos abandonaron el catolicismo.
La trascendental Guerra de los Treinta Años tuvo, además, un componente
religioso que la caracterizó como la guerra más cruel habida entre cristianos. Pero si en su primera parte fue una guerra de religión y las alianzas habían estado centradas por las creencias, los cardenales franceses Mazarino y Richelieu aparcaron su catolicismo, que quedó subordinado a los intereses del Estado, y sus ex recientes aliados, los papistas Habsburgo fueron derrotados
Tras la Paz de Westfalia, Francia emergió como primera potencia europea y España comenzó en aquel 1648, su declive político, que se transformó en social al echar el poder dual un telón de oscurantismo sobre los Pirineos. España no se incorporó a las nuevas humanidades y tecnologías que progresaban en Europa, por lo que España quedó política, cientifica y socialmente fuera de Europa.
Esos pueblos también acudían a las guerras causadas por pequeños intereses o caprichos de los monarcas, que deseaban más súbditos y contentar a sus parientes militares que buscaban gloria y ascensos. Se convenía que la batalla no afectara a los patrimonios y, desde luego, a la salud de los reyes.
El caso más significativo se ofreció en las relaciones de Carlos I y Francisco I. Hecho éste preso en la batalla de Pavía por el soldado español Juan de Urbieta, fue trasladado a un palacete de Madrid. Aquí firmó unos papeles y regresó a Francia para seguir guerreando contra Carlos I, quien definió muy bien la filosofía de aquellas guerras: "Mi primo Francisco y yo,estamos de acuerdo en una cosa, ambos queremos Milán",
De Mühlberg a la Paz de Westfalia
Pero el poder dual se vino abajo en el siglo XVI, porque el pueblo aborreció tanto la vida física de los papas de entonces, como el impuesto religioso que había que abonar para no ir al infierno, las bulas. Las batallas dejaron de ser caballerescas, y muchos nobles y pueblos tomaron un camino opuesto al monolítico existente. dando comienzo a la crueldad en las guerras.
En 1547, la batalla de Mühlberg marcó el comienzo de la confrontación, y aunque el rey de España y a la vez emperador católico Carlos V venció, no logró disipar el desprecio que nobles y ciudadanos de buena parte de Centroeuropa sentían por el Papado. La mayoría de los europeos no latinos abandonaron el catolicismo.
La trascendental Guerra de los Treinta Años tuvo, además, un componente
Fernando el Católico |
Tras la Paz de Westfalia, Francia emergió como primera potencia europea y España comenzó en aquel 1648, su declive político, que se transformó en social al echar el poder dual un telón de oscurantismo sobre los Pirineos. España no se incorporó a las nuevas humanidades y tecnologías que progresaban en Europa, por lo que España quedó política, cientifica y socialmente fuera de Europa.
El poder desde mediados del siglo XVII a principios del XX
Lenin, Engels y Marx |
En este periodo no hay cambios en la estructura del poder con unos Parlamentos subordinados. Ese poder personal, incontestable y hereditario se le conoce ahora como rey, emperador, zar o káiser. Todos ellos se embarcan en guerras por motivos de
poder personal, y al igual que en siglos precedentes, las guerras no causan gran pérdida de patrimonio y los tratados de paz se liquidan con algún cambio en la propiedad de alguna región y sin obligar al país vencido a modificar su régimen político. Así se desarrollaron las guerras napoleónicas, la de los Siete Años, las de Sucesión en España y Austria y la franco-prusiana.
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n 1848 se publicó "El Manifiesto Comunista", que originó una inmediata repercusión. Eran años de un gran desarrollo industrial y, consecuentemente, del crecimiento de una masa obrera que ni poseía patrimonio ni ingresos suficientes para vivir con dignidad, pero que iba teniendo conciencia de la situación gracias al creciente socialismo reivindicativo, dirigido por la Primera Internacional y por la Segunda Internacional que acercó el socialismo a los regímenes de entonces, creando la socialdemocracia, e intentó parar el estallido de la Gran Guerra. El pensamiento de Marx y Engels y la acción del revolucionario Lenin cambiaron el mundo.
Los dirigentes políticos, por motivos irrelevantes se enzarzaron en la que sería definida como la Gran Guerra, creyendo que sería una más, en desarrollo y consecuencias. Enorme error.
De Maquiavelo a Gustave Le Bon.
Guerra de los Treinta Años "Carga de la caballería germana contra la artillería francesa" |
Los dirigentes políticos, por motivos irrelevantes se enzarzaron en la que sería definida como la Gran Guerra, creyendo que sería una más, en desarrollo y consecuencias. Enorme error.
Guerra de los Treinta Años en Alsacia |
Fernando de Aragón y Castilla vs Felipe II
Mi libro "Psicología de las Masas" |
El rey debe poseer una serie de cualidades. Nicolás Maquiavelo las razona en "El Príncipe". Conforme la sociedad avanzó movida por las libertades expresadas en la Constitución de Estados Unidos de 1787, la autoridad de los príncipes fue decayendo. Esta circunstancia no la evaluaron correctamente los príncipes en 1914, de ahí la Gran Guerra y las convulsiones políticas y sociales surgidas a continuación.
El pueblo debe ser instruido en el sentimiento nacional que disponga el poder. Esta cláusula es todavía moderadamente válida para los tiempos actuales. Gustave Le Bon explica muy bien este punto en su "Psicología de Masas", donde relata cómo debe actuar el líder político para convencer a las masas y conducirlas para que secunden sus intereses.
Nicolás Maquiavelo
Maquiavelo, óleo de Santi di Tito |
Las cualidades o características que debían adornar al príncipe consistían en: ser más temido o respetado que querido, saber tomar decisiones rápidas y abandonando en ellas el sentimentalismo, aplicar la justicia con equidad y claridad, llevar una conducta propia de su rango y disponer de unos colaboradores capaces y fieles. Este último punto no era cumplido por César Borgia
Con los pueblos ocupados "solo hay dos estrategias a seguir: dejarlo con sus leyes y costumbres y gobernarlos mediante el cobro de tributos o destruir el pueblo, dispersando a sus habitantes".
Además, "El Príncipe" explica la relación existente entre él y las regiones heredadas o conquistadas: "en los Estados hereditarios y ligados a la sangre del príncipe son menores las dificultades que surgen para su conservación que en los nuevos".
Y añade, "cuando un príncipe tiene que gobernar un países de distinta lengua o costumbres, si quiere retenerlos debe tener en cuenta dos máximas: una, que la estirpe del antiguo príncipe sea suprimida, y, en segundo lugar, que no debe cambiar ni las leyes ni los interese particulares, de manera que en poco tiempo se convierta, uniéndose el principado antiguo en un solo cuerpo".
Cuando Maquiavelo escribió su ensayo, todavía no habían saltado las guerras y odios entre católicos y antipapistas.
Resulta que la forma de proceder del rey Habsburgo español Felipe II en Flandes fue la antítesis de lo recomendado por Maquiavelo. Y no contento con ello, el duque de Alba, siguiendo instrucciones de Felipe II asesinó sin motivo válido a las dos principales figuras sociales de Flandes, los condes de Egmont y Horn; que habían solicitado, conforme a sus costumbres, la devolución de libertades y derechos perdidos con Felipe II y el tribunal de la inquisición que implantó. Este crimen encendió la mayor chispa de la rebelión popular de las Diecisiete Provincias de los Países Bajos contra la ocupación indeseada de los Tercios españoles bajo el mando de reyes extranjeros. Con ello, comenzó la Guerra de los Ochenta Años, 1568 a 1648. La victoria final del pueblo quedó enmarcada en las cláusulas de la Paz de Westfalia.
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Fernando de Aragón actuó siempre conforme los parámetros marcados por Maquiavelo. De ahí que fuese el forjador de una gran nación: España.
Felipe II, "el rey imprudente", trató los asuntos de Estado y sociales, tanto los interiores como los exteriores, con soberbia y equivocación, alejado de la filosofía de "El Príncipe", y sobrellevó el reinado con sus continuas y muy caras guerras, gracias a las ingentes cantidades de oro y plata requisadas en América del Centro y Sur. La gran derrota al final de su vida, la de la Armada Invencible, marcó el derrumbe de los Tercios en la Guerra de los Treinta Años, 1618 a 1648, la caída del imperio español y el aislamiento social del pueblo español con el europeo occidental, Felipe II abandonó los requisitos detallados por Maquiavelo.
Y añade, "cuando un príncipe tiene que gobernar un países de distinta lengua o costumbres, si quiere retenerlos debe tener en cuenta dos máximas: una, que la estirpe del antiguo príncipe sea suprimida, y, en segundo lugar, que no debe cambiar ni las leyes ni los interese particulares, de manera que en poco tiempo se convierta, uniéndose el principado antiguo en un solo cuerpo".
Felipe II asesina decapitando a los condes de Egmont y Horn en la Gran Plaza de Bruselas, el 8- IX- 1567 |
Resulta que la forma de proceder del rey Habsburgo español Felipe II en Flandes fue la antítesis de lo recomendado por Maquiavelo. Y no contento con ello, el duque de Alba, siguiendo instrucciones de Felipe II asesinó sin motivo válido a las dos principales figuras sociales de Flandes, los condes de Egmont y Horn; que habían solicitado, conforme a sus costumbres, la devolución de libertades y derechos perdidos con Felipe II y el tribunal de la inquisición que implantó. Este crimen encendió la mayor chispa de la rebelión popular de las Diecisiete Provincias de los Países Bajos contra la ocupación indeseada de los Tercios españoles bajo el mando de reyes extranjeros. Con ello, comenzó la Guerra de los Ochenta Años, 1568 a 1648. La victoria final del pueblo quedó enmarcada en las cláusulas de la Paz de Westfalia.
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Fernando de Aragón actuó siempre conforme los parámetros marcados por Maquiavelo. De ahí que fuese el forjador de una gran nación: España.
Felipe II, "el rey imprudente", trató los asuntos de Estado y sociales, tanto los interiores como los exteriores, con soberbia y equivocación, alejado de la filosofía de "El Príncipe", y sobrellevó el reinado con sus continuas y muy caras guerras, gracias a las ingentes cantidades de oro y plata requisadas en América del Centro y Sur. La gran derrota al final de su vida, la de la Armada Invencible, marcó el derrumbe de los Tercios en la Guerra de los Treinta Años, 1618 a 1648, la caída del imperio español y el aislamiento social del pueblo español con el europeo occidental, Felipe II abandonó los requisitos detallados por Maquiavelo.
Gustave Le Bon
Gustave Le Bon |
Le Bon explica la filosofía que tiene que aplicar el poder: "la sustitución de la actividad consciente de los individuos por la acción inconsciente de las masas es una de las principales características de nuestro tiempo".
Le Bon nos dice: "Apenas hace un siglo atrás, los principales factores que determinaban los hechos eran la tradicional política de los Estados europeos, la rivalidad de los soberanos. La opinión de la masa apenas contaba. Actualmente, los destinos de las naciones se elaboran en el corazón de las masas y no más en los consejos de los príncipes".
Este pensamiento se adelanta en veinte años a la Gran Guerra y a la revolución Rusa, y en cerca de treinta a la reacción de las clases medias europeas al comunismo, el fascismo que nació violento acompasado a aquellos tiempos irrepetibles.
Pero ni Le Bon ni la Segunda Internacional lograron modificar de postura clasista y autoritaria a los príncipes, y aquí se incluyen a los príncipes de la República Francesa. La Gran Guerra estalló y no fue como las padecidas por los pueblos europeos en los últimos cuatro siglos, por lo que los príncipes fueron expulsados del poder absoluto o simplemente de cualquier tipo de poder.
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Le Bon detalla las normas que debe seguir un líder para tener éxito en su discurso político, que debe acudir al acto adecuadamente vestido y estar situado de forma que puedan verle todos los congregados.
Para su presentación, se confeccionará un programa que "no debería ser demasiado categórico, puesto que más adelante sus adversarios podrían esgrimirlo en su contra".
El orador que busca los votos considerará que "el elector es sensible, en particular, al halago de su codicia y de su vanidad".
Es fundamental que el orador esté revestido de prestigio. En su discurso deben constar más afirmaciones que negaciones y efectuará la repeticiones precisas para grabar en la mente de la masa las ideas o consignas fundamentales.
El contagio es necesario para el éxito que pueda obtener el orador. Los oyentes tienen que saber que otros muchos están recibiendo el mismo mensaje al mismo tiempo. Es necesario que el orador se dirija simultáneamente a cientos o miles de oyentes, mientras que hablar a grupos pequeños es un error y podría llegar a ser contraproducente. El lugar donde se pronuncia el discurso debe ser tal que entre los asistentes al acto no existan huecos ni aglomeraciones.
El prestigio del político orador no permite que se produzcan controversias a los puntos que ha tratado en su discurso. Nunca el político ofrecerá explicaciones. Tampoco habrá un turno de preguntas.
FIN DEL ARTÍCULO
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SEPARATA
Este pensamiento se adelanta en veinte años a la Gran Guerra y a la revolución Rusa, y en cerca de treinta a la reacción de las clases medias europeas al comunismo, el fascismo que nació violento acompasado a aquellos tiempos irrepetibles.
Pero ni Le Bon ni la Segunda Internacional lograron modificar de postura clasista y autoritaria a los príncipes, y aquí se incluyen a los príncipes de la República Francesa. La Gran Guerra estalló y no fue como las padecidas por los pueblos europeos en los últimos cuatro siglos, por lo que los príncipes fueron expulsados del poder absoluto o simplemente de cualquier tipo de poder.
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Le Bon detalla las normas que debe seguir un líder para tener éxito en su discurso político, que debe acudir al acto adecuadamente vestido y estar situado de forma que puedan verle todos los congregados.
Gran Guerra. Los desastres |
El orador que busca los votos considerará que "el elector es sensible, en particular, al halago de su codicia y de su vanidad".
Es fundamental que el orador esté revestido de prestigio. En su discurso deben constar más afirmaciones que negaciones y efectuará la repeticiones precisas para grabar en la mente de la masa las ideas o consignas fundamentales.
El contagio es necesario para el éxito que pueda obtener el orador. Los oyentes tienen que saber que otros muchos están recibiendo el mismo mensaje al mismo tiempo. Es necesario que el orador se dirija simultáneamente a cientos o miles de oyentes, mientras que hablar a grupos pequeños es un error y podría llegar a ser contraproducente. El lugar donde se pronuncia el discurso debe ser tal que entre los asistentes al acto no existan huecos ni aglomeraciones.
El prestigio del político orador no permite que se produzcan controversias a los puntos que ha tratado en su discurso. Nunca el político ofrecerá explicaciones. Tampoco habrá un turno de preguntas.
FIN DEL ARTÍCULO
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Le Bon en su obra "Ayer y mañana". La yihad del XVI y su solución en España
Mi libro Ayer y Mañana de Gustave Le Bon |
"Las guerras representan la exteriorización visible de fuerzas invisibles en conflicto".
"El desarrollo material de una civilización no es paralelo a su evolución moral".
"Los sentimientos se contagian fácilmente; la inteligencia, no!.
"Cuando de exagera un sentimiento desaparece la facultad de razonar".
"Ciertos sentimientos sólo pueden ser combatidos con sentimientos idénticos. La maldad, la violencia y la mala fe no se dominan con la honradez y los escrúpulos".
"El mundo moderno se creía libre de la influencia de las fuerzas místicas pero jamás la Humanidad estuvo tan dominada por las fuerzas que prendieron fuego en Europa!.
"La razón no ejerce influencia alguna sobre las fuerzas místicas".
"La lección de los hechos no instruye al hombre prisionero de una creencia o de una fórmula".
"Una idea falsa encuentra fácilmente miles de hombres para defenderla. Una idea verdad encuentra generalmente muy pocos".
"No se triunfa de una fe viva con armas materiales, sino oponiendo otra fe más fuerte". Creo que aquí existe otra solución: desmontar la falsa fe, excluirla y reducir su ámbito, su acción no iría más allá de otra Guerra de las Alpujarras".
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La yihad de otomanos y berberiscos en el XVI fue más peligrosa para España y Europa que la actual. Pero entonces se habilitaron soluciones
Mi libro "El Príncipe" de Maquiavelo |
En su día, el consejo de Maquiavelo no fue seguido con exactitud por Fernando el Católico, lo que dio lugar años después a la ayuda que los moriscos no expulsados prestaron a los otomanos y a la piratería berberisca (realmente, eran corsarios) contra los españoles. Situación que concluyó, con la batalla de Lepanto y la inevitable guerra en las Alpujarras, que concluyó con la expulsión definitiva. de todos los moriscos que habitaban en España y que habían faltado al juramento de su conversión al cristianismo.
Le Bon en "Ayer y mañana", publicado en 1917, se refiere a la Gran Guerra, pero su pensamiento es válido en la actualidad. La guerra de la yihad queda perfectamente reflejada; también la ceguera y cobardía o pasotismo de los dirigentes occidentales, hasta ahora.